BAJO TIERRA, SEMILLAS DE LIBERTAD

Bajo tierra, semillas de libertad

Una exposición impulsada por el Gobierno de Navarra con fotos y testimonios de primera mano rinde homenaje en el Planetario a las primeras exhumaciones de víctimas del franquismo realizadas por familiares y colectivos hace 40 años.

UN REPORTAJE DE TXUS IRIBARREN. FOTOGRAFÍA M. SAIZ

“Mi padre se marchó con un traje verde jaspedado y de la tumba no salieron más que huesos” – “Fue un funeral multitudinario. Tras tantos años a unos les pareció bien y a otros mal, pero había que hacerlo”- “Nos juntábamos en una cochera todos los que teníamos muertos y nos iban diciendo”- “Los partidos siguieron las consignas pero el ayuntamiento cedió el terreno para las tumbas” – “Hicimos una misa colectiva. Fueron hasta algunos de los que influyeron en aquellos asesinatos”- “No buscamos huesos, son nuestros seres queridos. Y los seguiremos buscando. Pedimos respeto” – “Nuestro caso fue distinto. Fue en la intimidad porque no se podía hacer de otra forma. La ama descansó”- “Mis recuerdos con mi aita son de miedo, de hablar bajo, de soledad… pero también de valentía, de solidaridad…”- “Estos materiales son ya patrimonio público y se garantiza el relevo generacional en la escuela y con los lugares” – “Además del compromiso de los familiares, el papel de las asociaciones ha sido también fundamental”

Lo dijo ayer Josefina Campos, una de las pioneras de las exhumaciones en Peralta en los años 70, en la inauguración de la exposición Bajo Tierra-Lur Azpiandel Gobierno de Navarra: “No buscamos huesos, buscamos a nuestros seres queridos y pedimos un poco de respeto. Antes y ahora, porque seguiremos buscando la verdad”. Esta exposición itinerante organizada por el Instituto Navarro de la Memoria quizá llega tarde para muchos y muchas de los protagonistas de aquellas exhumaciones tempranas con las que Navarra empezó a abrir camino en 1978, pero se inaugura justo a tiempo para confrontar con los discursos de la ultraderecha de siempre con nuevas siglas y voces. Frente a palabras altisonantes, premeditadas y provocadoras, los familiares y colectivos de la Memoria Histórica -de la mano de las instituciones actuales- hablan con el corazón y presentan como legado miles de horas de trabajo pueblo a pueblo, cuneta a cuneta, fosa a fosa, archivo a archivo… Gran parte de esta labor de más de 40 años por desenterrar la historia silenciada se puede observar en esta muestra que estará en el Planetario hasta el día 4 de mayo antes de visitar otras localidades siguiendo el mapa de los lugares de la memoria y el dolor de Navarra.

A lo largo de sus paneles, fotos y textos el espectador hace un recorrido temporal y geográfico en torno a uno de los movimientos colectivos más importantes que ha vivido la Comunidad Foral en su historia como comentaron Cesar Layana y Josemi Gastón, responsables del Instituto de la Memoria en la presentación de la exposición ante un nutrido grupo de familiares, representantes de asociaciones memorialistas y autoridades como la consejera Ana Ollo o la presidenta del Parlamento, Ainhoa Aznárez, entre otras. Desde el punto de vista cronológico, este proceso arranca el 18 diciembre de 1977 en Villafranca (aunque tuvo su precedente con el desenterramiento de los restos de Fortunato Aguire en pleno franquismo) y fue extendiéndose, con un efecto de simpatía, por muchos pueblos de la Ribera como Caparroso, Azagra, Marcilla… Eran tiempos difíciles con una democracia incipiente y el peso del miedo y el silencio rotos por funerales y actos multitudinarios impulsados desde la solidaridad entre familias y pueblos con pasividad u oposición institucional. Esta primera fase de exhumaciones duró hasta 1980 y se extendieron a muchos rincones de Navarra. Tras un parón de décadas, en 2005 Fustiñana toma el relevo en otra nueva tanda ya con mayor protagonismo de las asociaciones y editoriales. A partir de 2016 el propio Gobierno impulsa las exhumaciones (84 cuerpos) cerrando el relevo entre familias, colectivos e instituciones.