Nació en Artazu el 23 de noviembre de 1874. Era hijo de Manuel y de Benita. Tras casarse con Valentina López pasó a vivir a Puente, a Zubiurrutia en el barrio de las Monjas, nº 9. Tuvieron seis hijos, dos de ellos fusilados y uno encarcelado.
De profesión labrador. Fue concejal del Ayuntamiento en dos periodos, inicialmente en 1918 y con posterioridad desde 1931.
Fue detenido y encarcelado en la cárcel de Pamplona, el día 2 de agosto de 1936, junto con sus hijos Emiliano y Jesús. Lo sacaron el 2 de diciembre del mismo año para asesinarlo en Ibero. Tenía 62 años. Ya hemos visto que cinco días antes habían asesinado en el mismo lugar a dos de sus hijos.
Valentina, tras la tragedia de perder a tres de sus seres queridos, quedó viuda con dos hijos (Daniel y Nicolás) y dos hijas (Julia y Lorenza). También ella fue rapada y sometida al escarnio público.
La muerte de Clemente fue inscrita en el Juzgado de Olza el 24 de febrero de 1947. Consta en él que:
«falleció en las proximidades de Ibero el 2 de diciembre de 1936 durante el Glorioso Movimiento».
Fue su hija Julia Reta López quien solicitó la inscripción.
Daniel Reta López era el hijo mayor de Clemente y Valentina. En 1978, tras 40 años de silencio, sacó a la luz todos sus recuerdos sobre el calvario padecido por su familia y sus amigos. También él tuvo la espada de Damocles sobre su cabeza durante su estancia en el fuerte de San Cristóbal, tras haber sido detenido unos días después que su padre y hermanos. Su extenso testimonio, unido al de su hermana, ha permitido reconstruir en gran parte la represión que sufrieron los garestarras:
«Los sacaron de la cárcel de Puente a todos en un camión, los llevaron a la provincial. El único partido era trabajar pa comer y por envidias. A dos mataron juntos. Uno era un chico de Fontellas. Los dos trabajaban por Fontellas o no sé dónde. Vinieron aquí a pasar las fiestas, los perseguían. Los cogieron aquí, les metieron a la cárcel y los mataron».
«A Jesús Yoldi, Valeriano Elizalde, Jesús Reta, Emilio Reta, Clemente Reta, Sixto Zugarramurdi y no sé si algún otro más, los cogieron aquí en una furgoneta. Los iban a meter en la furgoneta y llegó un amigo de mi padre y les dice: ‘Estos señores ¿Dónde van? Los llevamos a Pamplona. ¿Quién es el jefe del grupo? Un servidor. ¿Cómo se llama? Fulano de tal. Bueno, usted es responsable de ellos.
Y ante el temor, hicieron noche en la cárcel de aquí. Pero al día siguiente, los cogieron y los llevaron. Si no, aquella misma noche los hubieran matado en el Perdón. Los llevaron a la cárcel de Pamplona. De allí los sacaron después a fusilar.
Marino Latienda, el maestro, sabe dónde están enterrados. Porque un día marché por detrás del rebote y me dice: «Daniel! Ya han matau a otro (guardia) en San Sebastián». Digo: «No hay derecho! Pero tampoco había derecho a lo que hicieron el año 36. No sé ni donde están enterrados ni mi padre ni mis hermanos». Se me echó a llorar. Él era el jefe de Falange aquí. Y me dice: «pues están al lado de Ibero. Unos familiares míos saben dónde están sobre poco enterrados». Pero sabemos si están solos o con otros».
Testimonio de Daniel Reta, 19-10-78.
Altaffaylla Fondoa. Valdizarbe, ficha 113.
«Y a nosotros el 12 de agosto nos llevaron, a San Cristóbal. A seis o siete, otra vez, y del pueblo, otra tanda. Como a los de San Cristóbal no nos mataban, y a los de la cárcel los mataron, que yo vivo por el padre de este teniente la Guardia Civil, y los demás compañeros, que nos sacaron del fuerte siete u ocho. Entonces era cabo de la Guardia Civil. A aquel señor lo mandaron castigado al frente porque no quería detenernos, porque no encontraba causa pa detenernos. Tuvo que dimitir de cabo de la Guardia Civil y marcharse a Pamplona, y se puso a trabajar en unas oficinas, a llevar la contabilidad y estaba de conserje en el Teatro Gayarre, que allí tiene la madre. Un día, cuando yo vine aquí hace dos años, me dijo uno que estaba aquí de puesto de teniente Ruiz, el hijo del cabo Ruiz. Un día estaba, yo en el paseo, vino él, y le saludé, y le dije: ‘Gracias al padre de usted vivo yo, y los demás compañeros; siete u ocho estábamos en San Cristóbal y nos sacaron gracias a él’ y a los de la cárcel los fusilaron.
Al fusilar a los de la cárcel, este hombre fue a Pamplona y le dijo al secretario del Gobernador militar: ‘¿Qué ha pasau aquí? Por la misma causa que han matado a los de la cárcel matan a los de San Cristóbal cualquier día’ Y rompió esos informes que tenía».