VIERNES 5 ABRIL 19:30 MUESTRA PROCESIONADA DE CUADROS DE DOLOR IRREPARABLE
Asociaciones por el derribo de Los Caídos convocan una ‘Muestra Procesionada de Cuadros de Dolor Irreparable’ este viernes
Tendrá lugar a las 19:30 en la Plaza de la Libertad
Asociaciones por el derribo de Los Caídos han convocado una ‘Muestra Procesionada de Cuadros de Dolor Irreparable‘ este viernes a las 19:30 en la Plaza de la Libertad. Es una muestra procesionada de cuadros del pintor José Ramón Urtasun que recuerdan los hechos acaecidos en Navarra a partir de 1936.
Los cuadros serán portados por miembros de las 26 asociaciones y grupos de Navarra adheridos al manifiesto. Al terminar el recorrido, se posicionarán en la fachada del edificio.
El pasado mes de febrero, una veintena de asociaciones y colectivos memorialistas de Navarra presentó un manifiesto por el derribo de los Caídos. Actualmente, son ya 26, además de un listado de 509 familiares de personas asesinadas y represaliadas que se adhieren a título personal.
A su vez, este miércoles comienzan una serie de reuniones institucionales, en primer lugar con la vicepresidenta segunda y consejera de Memoria y Convivencia, Acción Exterior y Euskera, Ana Ollo Hualde. Quedan pendientes de formalizar las solicitadas con la presidencia del Parlamento de Navarra y con la alcaldía de Pamplona.
Los grupos y asociaciones memorialistas hacen un llamamiento ciudadano a la participación en la muestra de este viernes porque «cualquier intento de su resignificación es incompatible con la propia esencia de este edificio, que es la exaltación material y simbólica del fascismo. El monumento a los caídos es la negación permanente del recuerdo de la represión sufrida, representa absolutamente todo lo contrario al ser social, colectivo y democrático de Navarra».
Las asociaciones por del derribo manifiestan que próximamente llevarán a cabo otras acciones y actos encaminados a lograr el objetivo marcado: «La única solución que consigue respetar la memoria de nuestras familias, y los principios de verdad, justicia y reparación, incluidas las garantías de no repetición, es la demolición total de esta estructura».
RECOPILACIÓN DE ARTICULOS DE PRENSA ESCRITA, RADIO Y TELEVISIÓN
Las asociaciones memorialistas piden la «demolición total» del Monumento a los Caídos
Un total de 19 colectivos suscriben un manifiesto en el que rechazan la resignificación, «incompatible» con la esencia de un edificio que es «la exaltación material y simbólica del fascismo»
PAMPLONA | 10·02·24
Lectura del manifiesto conjunto de las 19 asociaciones memorialistas, este sábado junto a la puerta del Monumento a los Caídos. UNAI BEROIZ
Un nuevo equipo de Gobierno para reactivar un viejo debate, guardado cuatro años en el cajón. ¿Qué hacer con el Monumento a los Caídos? ¿Resignificación, derribo o nada de nada? El último pleno del Ayuntamiento de Pamplona ya miró a ese edificio –las fuerzas progresistas abogaron por un proyecto consensuado para abordar su futuro–.
También apuntó en esa dirección la reunión previa del alcalde, Joseba Asiron, con la consejera de Memoria y Convivencia del Gobierno de Navarra, Ana Ollo. La reforma pendiente vuelve a estar encima de la mesa.
Consenso en Pamplona para la reforma pendiente del monumento a los Caídos y su entorno
Un total de 19 asociaciones memorialistas de Navarra se han sumado este sábado al debate y ya han dejado muy clara su postura en la pancarta que ha presidido su rueda de prensa: “¡Derribo ya!”.
La pancarta que pide el derribo, pegada en la puerta del Monumento a los Caídos. UNAI BEROIZ
Las asociaciones han suscrito un manifiesto por el derribo del Monumento Navarra a sus muertos en la Cruzada–Monumento a los Caídos. Y solicitan a las instituciones públicas, “especialmente al Ayuntamiento de Pamplona, Parlamento de Navarra y el Gobierno de Navarra, el inmediato inicio de las actuaciones necesarias para acometer la eliminación de esta construcción”.
“Este monumento fue diseñado y erigido a modo de inmenso panteón funerario por el fascismo, para honrar a dos de los principales jefes y directores del brutal golpe de Estado militar del 18 de julio de 1936, mediante el que dieron inicio a una guerra de exterminio masivo de un importante sector sociopolítico de nuestra tierra».
Así mismo, explican, «su construcción obedeció a un recuerdo permanente a los combatientes golpistas En Navarra no hubo frente de guerra y, sin embargo, asesinaron a sangre fría a miles de conciudadanos y con ciudadanas, les robaron sus propiedades, saquearon el comunal, humillaron a sus familiares y, durante décadas, impusieron el silencio, el olvido y sembraron el terror», defiende el texto conjunto.
«Este monumento conmemora y ensalza las ideologías que instigaron y ampararon aquellos horrores, es un símbolo apologético del pensamiento único y totalitario impuesto».
«¿Cómo explicar a quienes recordamos y honramos, la existencia en nuestra tierra de esta monstruosa edificación, construida por los que urdieron las “listas” con las que asesinaron y represaliaron a vecinos y vecinas?»
«¿Cómo seguir dando sentido a nuestra lucha de memoria, permitiendo la existencia de esta construcción?»
«¿Cómo justificar su permanencia ante las generaciones venideras, cuando la misma legalidad internacional califica aquellos hechos como crímenes de lesa humanidad y genocidio?», se preguntan.
La resignificación, incompatible con «la propia esencia del edificio»
Para las 19 asociaciones firmantes del manifiesto, solo hay una opción válida para el edificio. Cualquier intento de resignificación, dicen, «es incompatible con la propia esencia de este edificio, que es la exaltación material y simbólica del fascismo. El monumento a los Caídos es la negación permanente del recuerdo de la represión sufrida, representa absolutamente todo lo contrario al ser social, colectivo y democrático de Navarra».
Los colectivos memorialistas también rechazan «cualquier declaración de dicho monumento como lugar de memoria por partir de un concepto del mismo con el que no estamos en absoluto de acuerdo y por ser contradictorio por la naturaleza de aquel».
«En consonancia con nuestra consideración de que el denominado Monumento a los Caídos de Pamplona es un elemento contrario inequívoco a la memoria democrática, instamos a las instituciones para que eliminen el blindaje legal actualmente existente que impide que su posible derribo sea una alternativa real».
Por lo tanto, las asociaciones memorialistas creen «que la única solución que consigue respetar la memoria de nuestras familias, y los principios de verdad, justicia y reparación, incluidas las garantías de no repetición, es la demolición total de esta estructura«.
Las 27 asociaciones firmantes del manifiesto
Altsasu Memoria
Areka Elkartea
Asocaciación de Familiares de Fusilados de Navarra del 36- Nafarroako (AFFNA36)
Asociacion Maravillas Lamberto
Asociación Valentín Plaza de Castejón
Asociación Txinparta Fuerte San Cristóbal R.M.C.
Ateneo Basilio Lacort
Coordinadora Amapola del Camino/Bideko Mintxigorria
Euskal Memoria
Fosas de la Sierra del Perdón/ Erreniegako Hilobiak»
Grupo de Trabajo por la Memoria Histórica de Corella
Grupo Memoria Histórica Ayuntamiento de Puente la Reina / Gares
Fundación Altaffaylla
Kasedako Memoria
Kolektibo Memorialista ZURBAU
Muga taldea de Kortes
Mujeres con Memoria
Olite / Erriberri por la Memoria
Orreaga Fundazioa
Plataforma para la recuperación del Patrimonio Navarro
ZER
Sartaguda Asociación Pueblo de las Viudas
Telleriako Elo/Monreal
Sanduzelaiko Arkeologia
San Fermines 78 gogoan
Memoria Argituz Estella
Txantreako Memoria
«Que no sea una cuestión de miedo»
En declaraciones a los medios, la presidenta de AFFNA36 Amaia Lerga, que ha presidido la rueda de prensa junto con Itziar Munárriz (Coordinadora Amapola del Camino) y Koldo Amatria (Orreaga Fundazioa), ha reconocido que «estamos dispuestas a dialogar, a reunirnos con quien haga falta. Este es nuestro punto de partida. Navarra ha sido capaz de conciliar, y creemos que aquí también podemos. Si hay que ser valientes, seamos valientes. Que no sea una cuestión de miedo».
- MEMORIA HISTÓRICA
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- 2024-02-10
· Organizaciones memorialistas publican un manifiesto por el derribo del mausoleo fascista de Los Caídos de la Plaza de la Libertad
- La veintena de asociaciones que suscriben el manifiesto solicitan “a todas las instituciones públicas el inmediato inicio de las actuaciones necesarias para acometer la eliminación de esta construcción dado que fue erigido a modo de inmenso panteón funerario por el fascismo”. Consideran que el derribo es la única solución respetuosa con las víctimas.
https://youtu.be/t3Q8aMILzZw?si=P0Nmv5yI22N6eZUg
Una veintena de asociaciones memorialistas reclaman el derribo del Monumento a los Caídos
Una veintena de asociaciones memorialistas de Euskal Herria han reclamado al Ayuntamiento de Iruñea, al Parlamento navarro y al Gobierno navarro «eliminar el blindaje legal» y «el inmediato inicio de las actuaciones necesarias para acometer la eliminación de esta construcción».
Las asociaciones memorialistas insisten en el derribo del edificio. (Europa Press)
Una veintena de asociaciones memorialistas ha presentado un manifiesto en el que solicitan «a todas las instituciones públicas y especialmente al Ayuntamiento de Iruñea, Parlamento de Nafarroa y el Gobierno de Nafarroa, el inmediato inicio de las actuaciones necesarias para acometer la eliminación de esta construcción».
Altsasu Memoria, Areka Elkartea, Asociación de Familiares de Fusilados de Navarra 1936 (AFFNA36), Asociación Maravillas Lamberto, Asociación Txinparta Fuerte San Cristóbal R.M.C., Asociación Valentín Plaza de Castejón, Ateneo Basilio Lacort, Coordinadora Amapola del Camino/Bideko Mintxigorria, Euskal Memoria, Erreniegako Hilobiak, Fundación Altaffaylla, Kasedako Memoria, Kolektibo Memorialista Zurbau, Muga taldea de Kortes, Mujeres con Memoria, Erriberri por la Memoria, Orreaga Fundazioa, Teilereiako Ahaztuak y ZER han presentado el texto que recuerda que «este monumento fue diseñado y erigido a modo de inmenso panteón funerario por el fascismo, para honrar a dos de los principales jefes (Sanjuro y Mola, exhumados en 2016) y directores del brutal golpe de Estado militar del 18 de julio de 1936, mediante el que dieron inicio a una guerra de exterminio masivo de un importante sector sociopolítico de nuestra tierra».
Iruñea ha relanzado el proceso para resignificar el mausoleo que se levantó para albergar los restos de los golpistas Emilio Mola y José Sanjurjo, conocido como Monumento a los Caídos. UPN paralizó durante la legislatura pasada la iniciativa en este sentido que había emprendido el alcalde Joseba Asiron.
En opinión de estas asociaciones, este monumento «conmemora y ensalza las ideologías que instigaron y ampararon aquellos horrores, es un símbolo apologético del pensamiento único y totalitario impuesto».
«Eliminar el blindaje legal»
Por ello, rechazan la opción de «resignificar» el edificio, considerando que «es incompatible con la propia esencia de este edificio, que es la exaltación material y simbólica del fascismo». «El Monumento a los Caídos es la negación permanente del recuerdo de la represión sufrida, representa absolutamente todo lo contrario al ser social, colectivo y democrático de Navarra», señalan.
Declararlo «lugar de memoria» sería, para estas asociaciones, «contradictorio». Por ello, instan a las instituciones a que «eliminen el blindaje legal actualmente existente que impide que su posible derribo sea una alternativa real».
«Las asociaciones memorialistas que respaldamos este manifiesto, creemos que la única solución que consigue respetar la memoria de nuestras familias, y los principios de verdad, justicia y reparación, incluidas las garantías de no repetición, es la demolición total de esta estructura», remarcan.
Una veintena de entidades piden a las instituciones el derribo del Monumento a los Caídos
Rechazan cualquier declaración de dicho monumento como lugar de memoria
Publicado el 10/02/2024 a las 18:38
Una veintena de asociaciones y colectivos memorialistas han firmado un manifiesto en el que solicitan a todas las instituciones públicas y especialmente al Ayuntamiento de Pamplona, Parlamento de Navarra y Gobierno foral al derribo del llamado ‘Monumento a los Caídos’.
Este monumento, se indica en el manifiesto que ha sido presentado este sábado en Pamplona, fue diseñado y erigido «a modo de inmenso panteón funerario por el fascismo, para honrar a dos de los principales jefes y directores del brutal golpe de estado militar del 18 de julio de 1936, mediante el que dieron inicio a una guerra de exterminio masivo de un importante sector sociopolítico de nuestra tierra».
Asimismo, su construcción «obedeció a un recuerdo permanente a los combatientes golpistas», se denuncia en el manifiesto, que destaca que «en Navarra no hubo frente de guerra y, sin embargo, asesinaron a sangre fría a miles de conciudadanos y conciudadanas, les robaron sus propiedades, saquearon el comunal, humillaron a sus familiares y, durante décadas, impusieron el silencio, el olvido y sembraron el terror».
Este monumento, agregan los colectivos, «conmemora y ensalza las ideologías que instigaron y ampararon aquellos horrores, es un símbolo apologético del pensamiento único y totalitario impuesto».
Por ello, agregan, «cualquier intento de su ‘resignificación’ es incompatible con la propia esencia de este edificio, que es la exaltación material y simbólica del fascismo. El ‘Monumento a los Caídos’ es la negación permanente del recuerdo de la represión sufrida, representa absolutamente todo lo contrario al ser social, colectivo y democrático de Navarra».
Asimismo, rechazan cualquier declaración de dicho monumento como lugar de memoria «por partir de un concepto del mismo con el que no estamos en absoluto de acuerdo y por ser contradictorio por la naturaleza de aquel».
«En consonancia con nuestra consideración de que el denominado Monumento a los Caídos de Pamplona es un elemento contrario inequívoco a la memoria democrática, instamos a las instituciones para que eliminen el blindaje legal actualmente existente que impide que su posible derribo sea una alternativa real», subrayan.
En este sentido, aseguran que «la única solución que consigue respetar la memoria de nuestras familias, y los principios de verdad, justicia y reparación, incluidas las garantías de no repetición, es la demolición total de esta estructura».
Firman el manifiesto los colectivos Altsasu Memoria, Areka Elkartea, Asociación de Familiares de Fusilados de Navarra 1936 (AFFNA36), Asociación Maravillas Lamberto, Asociación Txinparta Fuerte San Cristóbal R.M.C., Asociación Valentín Plaza de Castejón, Ateneo Basilio Lacort, Coordinadora Amapola del Camino/Bideko Mintxigorria, Euskal Memoria, Fosas de la Sierra del Perdón/Erreniegako Hilobiak, Fundación Altaffaylla, Kasedako Memoria, Kolektibo Memorialista ZURBAU, Muga taldea de Kortes, Mujeres con Memoria, Olite/Erriberri por la Memoria, Orreaga Fundazioa, Teilereiako Ahaztuak y ZER.
Colectivos memorialistas piden la «demolición total» del Monumento a los Caídos y rechazan su «resignificación»
Diecinueve asociaciones memorialistas han presentado este sábado un manifiesto en el que exigen la «demolición total» del Monumento a los Caídos de Pamplona y rechazan su «resignificación».
- Monumento a los Caídos de Iruña
Jesús Nieto*
14·02·24
Son las 5 de la mañana y no puedo parar en la cama, me levanto y abro el ordenador a ver si me sale algo. Doy vueltas como siempre al tema de los Caídos. Soy familiar de Jesús Nieto Sueskun, asesinado en la fosa de las 3 Cruces en Ibero junto a otras 19 personas más de Larraga. No me voy a repetir porque creo que los que estamos por la demolición total de dicho edificio ya hemos manifestado muchas veces lo que pensamos.
En las paredes de ese edificio veo reflejados el asesinato, las torturas y la violación de la niña Maravillas Lamberto, de Larraga, junto a su padre Vicentón, y de más de 20 mujeres en Nafarroa, más de 3.750 asesinados/as en las cunetas.
En ese edificio está reflejado el dolor y sufrimiento de muchas personas honradas y buenas, y mientras siga en pie no se borrarán (eso no se puede borrar con ningún detergente). A los que están en contra de no tirarlo no les voy a decir nada, ya sabemos de qué pie cojean, pero a los que piensan para sus adentros que hay que tirarlo y no se atreven a decirlo públicamente por diferentes motivos (sobre todo militancia política), les digo que den un paso adelante y se posicionen honestamente (yo también soy militante de ese partido político).
Nuestros familiares reflejados en esas paredes no se merecen ese trato. ¿Qué nos parecería que se levantara un monumento a los torturadores, violadores, maltratadores sicológicos, acosadores…? Pues bien, ese monumento ya está levantado en Carlos III para exaltar al fascismo y humillar a nuestros familiares.
No quiero extenderme más, el tema da para mucho, pero creo que se me entiende.
*Asociación Maravillas Lamberto de Larraga
Víctor Moreno
Profesor
Los «Caídos»
El Ayuntamiento de Iruña sigue envuelto en la incertidumbre sobre qué hacer con los Caídos. Pasa esto por haberse empeñado en una imposible «resignificación» material, lingüística e histórica del monumento. Pretendiendo agradar a todo el mundo, ha conseguido enfurruñar a todas las instancias mediadoras en el debate. Para colmo, algunos ediles se han metido a psicólogos cognitivos y piden que cultivemos tres modelos de memoria: tranquila, equidistante e integral (¿como el arroz?). Tres memorias distintas, pero con el mismo propósito de la enmienda: pedir la transformación del monumento en una especie de Partenón foral donde los ciudadanos puedan reconciliarse mirándose a la cara.
Estratégico error. Por dos razones fundamentales.
Primera. Porque dicho monumento, no solo es, por esencia y por existencia, un símbolo de maldad intrínseca, es decir, de exaltación golpista-franquista, requisito fundamental y necesario para derribarlo o hacerlo desaparecer de la mirada ciudadana.
Segunda. Porque es la plasmación pública de una imagen sangrante, cual es la maniquea división de Navarra en dos comunidades enfrentadas a lo largo de varias décadas. Una, la formada por aquellos a quienes les fue arrebatado el núcleo familiar más importante de sus vidas, en 1936. La otra, la de quienes «dieron su vida por la liberación de nuestra querida patria de las garras del satánico enemigo de Dios y de España» («El Pensamiento Navarro», 20.7.1954), los auténticos navarros, los auténticos españoles, es decir, los auténticos golpistas.
La historia del monumento da grima. Desde su concepción, desarrollo y plasmación, es un relato franquista. Eso, si estamos hablando del mismo monumento del que el director de «El Pensamiento Navarro», SAB, seudónimo del rochapeano López Sanz, dijo en 1948 que «cuanto se haga por perpetuar la memoria de los nuestros en holocausto de la Santa Causa Española será poco comparado con lo que merece su generoso sacrifico».
Si es el mismo monumento del que hablamos, que así parece, no cabe sino derribarlo. Es la única manera de cortar de cuajo esa perniciosa voluntad de perpetuar la memoria del enaltecimiento de un golpe de Estado y de una dictadura infame. El resto será producto de una voluntad posiblemente reconciliadora, pero que, visto lo visto, será una «reconciliación de chichinabo». Puro espejismo. Solo el derribo, es decir, la desaparición del monumento sin su correspondiente holografía, en formato de palacete o cafetería, acabará con los fantasmas de esta infamia arquitectónica.
Y no se trata de juzgar ni de condenar a nadie, ni siquiera a quienes erigieron el monumento, en primer lugar, los cinco arquitectos que propusieron su diseño («El Pensamiento Navarro», 16. 6. 1939); ni a quienes lo consagraron como lugar de peregrinación para enaltecer y mantener el espíritu de la cruzada, es decir, puro golpismo teocrático.
La sociedad navarra tendría que recordar que la etiqueta fascista adjudicada al monumento no se la dieron ni los rojos, ni los comunistas, ni los masones. Fue invento de las derechas, requetés, falangistas y adictos al régimen. Y ello, no se olvide, para honrar a los caídos por Dios y por la Patria. No nos engañemos. La causa por la que sus nombres figuran en el monumento fue porque se unieron a un ejército golpista. No por su devoción al Sagrado Corazón o san Francisco Javier, como algunos pretenden. Y llamarlos mártires es cínico eufemismo. Nunca ocultaron su intrínseca maldad anticonstitucional. Se unieron al faccioso Mola y no les cabe mayor honra que reconocerlo. Vean, si no, en los periódicos los pies de foto a la Plaza del Castillo llena de requetés en julio de 1936.
Las derechas navarras saben que los «Caídos» es un símbolo de enaltecimiento golpista. Lo proclamaron Esparza, Garcilaso, los Olaechea, los Yaben y los Arraiza Baleztena, en «Diario de Navarra» y SAB en «El Pensamiento Navarro». Y lo vocearon en la dictadura franquista, no solo de palabra, sino, por desgracia, de obra. Incluso, en la «transacción» democrática. Lógico que ahora no estén por la verdad. Aceptar la demolición del monumento sería reconocer que este fue, ha sido y sigue siendo un hito de exaltación franquista. Y hoy no suena nada bien, pero el «cambalache» no debería costarles tanto esfuerzo. ¿Acaso no se hicieron demócratas de la noche a la mañana? Ahora sería solo cuestión de reconocer la verdad.
Lamentablemente, las leyes sobre símbolos de exaltación franquista tampoco han ayudado en este cometido. En 2003, se dictó la Ley Foral del 24 de abril. Ni siquiera consiguió que las placas de la Falange y de las Jons en las fachadas de las viviendas navarras desaparecieran. ¿Y los Caídos? Desaparecido.
En 2008, el Tribunal Administrativo de Navarra negó explícitamente que los Caídos fuera un símbolo de exaltación franquista.
La Ley de Memoria Democrática (2023), ni siquiera contempla en su redacción el nombre del monumento.
Aun así, después de esta fea indiferencia de las leyes sobre los Caídos, se reclama una ley que blinde la decisión del Ayuntamiento de Iruña sobre dicho inmueble.
¿Qué decir? Solo un detalle para contrastar. Los golpistas, a pesar de los rifirrafes existentes entre falangistas y carlistas sobre su erección, les bastó con invocar la Ley del Botín de Guerra. Lo construyeron sin pedir permiso. Lo perpetraron como el golpe de Estado. Al modo fascista. Por las bravas. No lo consultaron ni a los ayuntamientos. ¿Para qué? Ninguno de ellos se hubiera negado. ¿Porque eran golpistas? Sí, pero, sobre todo, por la «cuneta» que les traía.
Y, ahora, se pide a santa Democracia, ora pro nobis, una ley que desbroce el camino y sostenga la decisión municipal conforme a Derecho. Bien está. Ahora mal. Cuando llegue dicha normativa, ¿se aplicará? ¿De verdad? ¿Y cómo? ¿Bajo la mirada de unos políticos cuyos termostatos ideológicos están bajo la presión del voto ciudadano? ¿Bajo la mirada de unos jueces que anteponen sus creencias emocionales a la objetividad política de los hechos?
Da malas vibraciones, ¿no?
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dom, 11 feb, |
Monumento a los Caídos
Iñaki Mendaza Nieto
06·02·24 | 11:06
El propio nombre ya es ofensivo para todas las víctimas de la barbarie fascista en la mal llamada Guerra Civil. En Navarra no existió ningún frente de guerra y fueron asesinadas más de 3.600 personas.
La represión fue brutal hacia todos sus familiares, cortarles el pelo al cero a sus viudas, hacerles beber aceite de refino y robarles a sus propios hijos para dárselos a los asesinos de sus maridos…
Y si todo esto fuera poco, el fascismo liderado por Franco, el dictador más cruel que ha existido en la faz de la tierra con el total apoyo de la Iglesia católica, no olvidemos que según estos desalmados y verdaderamente asesinos sin escrúpulos habían hecho una Santa Cruzada. Hicieron una basílica para honrar a sus asesinos en pleno centro de Pamplona que autodenominaron Los Caídos.
No puede mantenerse dicha ignominia ni un minuto más, destruyan dicha infamia, se lo dice una persona que es víctima de dicha Santa Cruzada, nieto de fusilado, Jesús Mendaza, concejal de Izquierda Republicana de Falces, denunciado por sus propios primos, arrestados mientras trabajaba su huerto y asesinado en el paredón del cementerio de Etxauri, como tantos, por escuadrones de la muerte de falangistas cuando les sacaban de la cárcel para ser asesinados; viuda que tuvo que sufrir todo tipo de humillaciones por ser la esposa de Jesús Mendaza, Josefina Allo; por mi padre y el resto de sus hermanos (eran 4 hermanos), Luis Mendaza Allo. y por todos los nietos que hemos luchado para que estas personas tengan la dignidad robada por verdaderos asesinos. Iñaki Mendaza, nieto de fusilado en el 36 e insumiso gracias a los valores que me dieron estas personas, las armas nunca tienen la razón, y éste fue el claro ejemplo. Iglesia, oligarquía, ejército es el cóctel perfecto para cometer las mayores atrocidades.
Por favor señor Asiron derrumbe el monumento de los Caídos, en nombre de la justicia que deben tener los asesinados del 36 en Navarra, ya haremos entre todos un museo que les honre, pero no puede estar en ese lugar tenebroso que nos recuerde que los golpistas triunfaron sobre la democracia, la libertad y la primavera que fue dicha República popular, hagamos una primavera de libertad en nuestra vieja Iruña eliminando dicho baluarte fascista.
Hijo de represaliados por el fascismo navarro.
El propio nombre ya es ofensivo para todas las víctimas de la barbarie fascista en la mal llamada Guerra Civil. En Navarra no existió ningún frente de guerra y fueron asesinadas más de 3.600 personas.
La represión fue brutal hacia todos sus familiares, cortarles el pelo al cero a sus viudas, hacerles beber aceite de refino y robarles a sus propios hijos para dárselos a los asesinos de sus maridos…
Y si todo esto fuera poco, el fascismo liderado por Franco, el dictador más cruel que ha existido en la faz de la tierra con el total apoyo de la Iglesia católica, no olvidemos que según estos desalmados y verdaderamente asesinos sin escrúpulos habían hecho una Santa Cruzada. Hicieron una basílica para honrar a sus asesinos en pleno centro de Pamplona que autodenominaron Los Caídos.
No puede mantenerse dicha ignominia ni un minuto más, destruyan dicha infamia, se lo dice una persona que es víctima de dicha Santa Cruzada, nieto de fusilado, Jesús Mendaza, concejal de Izquierda Republicana de Falces, denunciado por sus propios primos, arrestados mientras trabajaba su huerto y asesinado en el paredón del cementerio de Etxauri, como tantos, por escuadrones de la muerte de falangistas cuando les sacaban de la cárcel para ser asesinados; viuda que tuvo que sufrir todo tipo de humillaciones por ser la esposa de Jesús Mendaza, Josefina Allo; por mi padre y el resto de sus hermanos (eran 4 hermanos), Luis Mendaza Allo. y por todos los nietos que hemos luchado para que estas personas tengan la dignidad robada por verdaderos asesinos. Iñaki Mendaza, nieto de fusilado en el 36 e insumiso gracias a los valores que me dieron estas personas, las armas nunca tienen la razón, y éste fue el claro ejemplo. Iglesia, oligarquía, ejército es el cóctel perfecto para cometer las mayores atrocidades.
Por favor señor Asiron derrumbe el monumento de los Caídos, en nombre de la justicia que deben tener los asesinados del 36 en Navarra, ya haremos entre todos un museo que les honre, pero no puede estar en ese lugar tenebroso que nos recuerde que los golpistas triunfaron sobre la democracia, la libertad y la primavera que fue dicha República popular, hagamos una primavera de libertad en nuestra vieja Iruña eliminando dicho baluarte fascista
METEORITOS
Caídos
25·02·24 | 11:01
Rueda de prensa de 19 asociaciones memorialistas para pedir la demolición total del Monumento a los Caídos. UNAI BEROIZ
Es lo que es: un homenaje de “Navarra a sus Muertos en la Cruzada”, adjetivo posesivo referido a los sublevados caídos (unos 4.500 entre soldados, requetés y falangistas). Gloria a los caídos por Dios y por España. Mausoleo de héroes vencedores. Sepulcro suntuoso de generales rebeldes y listado fúnebre de movilizados y voluntarios. Los herederos de los miles de navarros asesinados y represaliados –aquí no hubo frente de guerra sino ejecuciones– lo ven con horror y lo viven como una humillación permanente. Un monumento para perpetuar la victoria de los alzados en armas contra la legítima II República. El segundo del Estado por tamaño.
La exhumación de los restos de los generales golpistas Mola y Sanjurjo (2016) alivió, que no borró, el peso del significado del edificio. Una gestión dialogada y con tacto. El Monumento fue construido en 1942, obra de los arquitectos pamploneses José Yárnoz y Víctor Eusa. De clasicismo austero, cuenta con una planta central de cruz griega cubierta por una gran cúpula. Los edificios de la plaza (ahora llamada de la Libertad) y los anexos laterales unidos por arquerías son posteriores. Su diseño estuvo regulado por unas ordenanzas municipales especiales para conseguir un conjunto estético unitario (1947).
Los símbolos franquistas de exterior e interior fueron tapados y el inmueble rebautizado como Sala de Exposiciones. Un apaño. Una moratoria política para una decisión definitiva pendiente. En febrero de 2019, el Ayuntamiento presentó las 7 propuestas seleccionadas (47 concurrentes) en el Concurso de Ideas de Arquitectura para la transformación del Monumento a los Caídos y su entorno. Información pública, jornadas de explicación y debate, periplo judicial. Toca ya decidir. Solo uno de los proyectos (“Metamorfosis”) aboga por el derribo completo. En un planteamiento abierto, solución ecléctica: derribo parcial y transformación total, en un entorno radicalmente innovado. En caso de disyuntiva, derribo.
Oportunidad para ‘los Caídos’ de Iruñea
Exterior de Los Caídos. JAVIER BERGASA
Sin tener ninguna duda sobre cuál debiera ser el futuro del edificio de los Caídos presente en nuestra ciudad, y teniendo en cuenta el equipo de gobierno actual, el tiempo juega a favor de la toma de una decisión clara y enérgica sobre lo que debiera hacerse para devolver la dignidad y decencia a nuestra sociedad que tanto merece.
No hay mucho que argumentar para definir el significado de ese edificio vanagloria del franquismo y el asesinato, donde la historia refleja el contubernio entre la iglesia levantisca y las hordas criminales que no dudaron en denunciar y matar a sus convecinos, sin frente de guerra, por el hecho de pensar diferente. Son muchos los muertos y desahuciados quienes fueron arrojados a las simas, fusilados y enterrados en cualquier cuneta, con odio y fanatismo, con el detente balas colgando del cuello y bajo la cruz de la miseria y la venganza.
Al igual que las organizaciones memorialistas, también queremos expresar nuestro claro y firme deseo para que el derribo de ese oscuro y tétrico edificio sea una realidad en el tiempo inmediato, sin pamplinas, sobre otros usos que solamente agradarían a los verdugos o a sus herederos, sean de parentesco sanguíneo o ideológico. Es hora de honrar a las familias de los ajusticiados y devolverles la dignidad que se merecen después de 85 años de agresión y genocidio franquista.
El nuevo ayuntamiento no debiera perder el tiempo en tomar una decisión, pues sus apoyos mayoritarios le permitirían un derribo festivo y digno, liberando el territorio y ofertando un uso ciudadano alegre y vistoso, donde la cúpula oscura deje de interrumpir la visión de la naturaleza llena de luz y color, es cuestión de reparación y futuro digno.
Los abajo firmantes animamos a los y las ciudadanas de Iruñea a que se impliquen en el derribo del edificio de la vergüenza y entre todos, mayoritariamente, colaboremos para que el tiempo corra en favor de una actuación rápida y eficaz, sin debates estériles que impidan que dicho tiempo transcurra sin resultados…
*Elías Antón Murgiondo (exconcejal de Iruñea), Iñaki Archanco Aldave (exparlamentario), Jesús Casajús Martínez (exparlamentario), Joaquín Iraizoz Bizkar (exconcejal de la Cendea de Oltza), JoséMari Pastor Elgorriaga ‘Artzai’ (exconcejal de Ezkabarte), Mariné Pueyo Danso (exconcejala de Iruñea), Ángel Rincón Huerta (exalcalde de Cortes y exparlamentario), Fernando Sáez García Falces (exparlamentario). Militantes de la Izquierda Abertzale en Nafarroa
Koldo Amatria (Orreaga Fundazioa): «Ulertezina litzateke Erorien Monumentua zutik mantentzea»
Maialen Huarte Arano 2024ko ots. 19a,
Hemeretzi dira Erorien Monumentua eraisteko eskaera egin duten talde memorialistak. «Ezinen litzateke ulertu eraikinari beste esanahi bat ematea frankistak goratzeko monumentu bat delako», esan du Euskalerria Irratian Koldo Amatria Orreaga Fundazioko kideak. Iruñeko Udalarekin biltzeko eskaera eginen dute euren jarreraren berri eman eta udalarena zein den ezagutzeko.
Memoria historikoaren aldeko hemeretzi eragilek bat egin dute Askatasunaren Plazako eraikina eraisteko eskatzeko. Iruñeko Udal Gobernu Talde berriak berreskuratu du Karlos III. etorbidearen amaieran dagoen eraikinaren gaineko eztabaida. Joseba Asironen aginte taldeak, behin betiko konpondu nahi du afera. Orreaga Fundazioko kideak, Koldo Amatriak azaldu du hemeretzi talde memorialista daudela Erorien Monumentua botatzearen alde: «Beste esanahi bat emateak ez duela zentzurik, ulertezina litzateke». Iruñeko Udalarekin oraindik ez dute hartu emanik izan, baina aurreikusia dute Joseba Asiron alkatearekin batzartzeko eskaera egitea. Euren ikuspegia azaldu eta udalaren jarrera ezagutu nahiko lukete. Koldo Amatriari egindako elkarrizketa entzun daiteke argazkian klik eginda.
21/02/24
Petición de demolición del Monumento a los Caídos
En la entrevista del día el Historiador Fernando Mikelarena nos habla de la iniciativa presentada por numerosas asociaciones memorialistas para pedir la demolición del Monumento a los Caídos.
(entre el minuto 37:00 y 1:00:00
Memoria mistificadora y memoria ejemplar
28·02·24
El edifico franquista, con las hojas caídas en el estanque. JAVIER BERGASA
En un artículo publicado en DIARIO DE NOTICIAS el 12 de febrero de 2023, intenté aclarar las diferencias existentes entre lo que denominé “Lugares de la humillación” y “Lugares de exaltación”. En él defendía que los primeros habría que mantenerlos en pie; mientras que los segundos, como Los Caídos, demolerlos.
Si se analiza el funcionamiento mental que ambos edificios produce en el individuo, se verá que la memoria juega un papel decisivo. Tanto que podría hablarse de dos tipos de memoria, que se corresponden con la actitud que se adopta ante la molesta pregunta de qué hacer con este tipo de lugares, si mantenerlos en pie o derruirlos.
La memoria es personal, individual, selectiva, subjetiva. E ¿histórica? Bueno, no creo que se necesite una tesis doctoral para aclarar que si decir memoria histórica, constituye una contradicción entre sus términos. Cuando hablamos de memoria histórica nos referimos a la memoria individual de cada sujeto que se acerca, en este caso, a ese momento catastrófico en que carlistas y falangistas perpetraron un genocidio sin parangón en esta tierra. Y sabido es que los que participaron en él, fuera en el frente como en la retaguardia, comulgaban la misma oblea golpista: el derrocamiento de un gobierno elegido democráticamente en unas elecciones generales.
En este contexto, se apela una y otra vez a esa memoria de los hechos para afrontar la decisión final con respecto al monumento de los Caídos. Los más complacientes con el monumento apelan a una “memoria equidistante, amable e integral”. Todo con el fin de no molestar, de no enredar, de no revolver. Y en parte tienen razón. Porque, cuanto más se revuelve el asunto, peor huele. Por lo que, en definitiva, como indica la otra parte contratante, lo mejor sería hacer desaparecer el monumento. Convertirlo en polvo. Dejaría de oler para siempre.
Podría decirse que, ante los Caídos, la memoria de los individuos que se plantan ante el monumento es de dos clases: una, memoria mistificadora; otra, memoria ejemplar. Binomio que se corresponde con la distinción hecha sobre lugares de exaltación y lugares de humillación.
Quienes adoptan la memoria mistificadora no renuncian a la mística que el edificio tuvo desde que se erigió. Es la mística de la exaltación y del enaltecimiento del golpe de Estado, cargándose la soberanía y la voluntad popular -que cuando se quiere es maravillosa y sabia, pero, cuando no, es chusma, masa ignorante–. Es una memoria a la que no le importa sacrificar un Estado de Derecho y una democracia por una dictadura conseguida mediante un golpe militar en detrimento del poder civil que radica en la ciudadanía.
Mistificar, etimológicamente, significa “interpretar una realidad dándole apariencia de otra cosa”. Y eso es lo que han hecho durante más de cuarenta años quienes convirtieron los Caídos en un “lugar de peregrinaje”, como decía López Sanz, director de El Pensamiento Navarro, y no sólo para rezar, sino para “conjurarse contra cualquier coyuntura que llevara al traste la épica del 36”. López Sanz dixit.
También se cae en ese misticismo cuando se rechaza la demolición del monumento haciéndonos creer que el edificio se ha convertido a estas alturas en algo aséptico, neutral e indiferente. O que, haciendo de él una sala de estar, dejará de ocultar lo que es: un monumento fascista, un lugar de exaltación y de enaltecimiento de la violencia para hacerse con el poder mediante el fusil, la granada y el mortero en lugar de con el voto. No se puede mantener en pie un edificio, o su holografía, que representa la exaltación de la violencia como forma de acceso al poder y, a continuación, declararse demócrata.
Y existe otra memoria calificada de ejemplar. Una memoria que es fuente de lecciones de ética y de dignidad. Es la memoria que se activa ante la contemplación de un “lugar de humillación”. Se trata de esos edificios que, nada más pisarlos transmiten asco y repulsión, no sólo al edificio en sí, sino al sistema político e ideológico que le dio forma arquitectónica.
Gracias al horror que provocan, la memoria ejemplar se activa y puede obtener lecciones éticas más decisivas que una página de Kant, sea para odiar y el mal y las injusticias de este mundo; o, también para provocar el rechazo de comportamientos inmorales, que convirtieron a ciertos humanos en monstruos.
Son edificios ante los cuales la memoria debería activarse para fundar y refundar una ética de la democracia y de la libertad, del respeto y de la dignidad. ¿Quién, viendo el campo de Ravensbrück, Auschwitz, Mauthausen, Buchenwald y Birkenau no se conmueve y hace votos de no coadyuvar jamás con la gente que hizo posible tal barbarie? Sólo quien siga teniendo una memoria mistificadora de esos edificios.
Ante el momento a Los Caídos sucede todo lo contrario. Refuerza la existencia de una memoria mistificadora que sigue despertando nostalgias peligrosísimas contra la democracia y la dignidad. Por eso, defender la demolición de los Caídos, más que una decisión política es una decisión ética. Y no es fruto de cerrilidad ni de resentimiento. Ni resultado de una memoria sectaria. Menos pretende legitimar ningún poder actual, ni venidero. Ni poner en la picota de la desvergüenza ética el comportamiento de la derecha navarra.
Quienes pedimos la demolición de Los Caídos, como lo venimos haciendo hace años desde el Ateneo Basilio Lacort y ZER, lo hacemos en nombre de una memoria ejemplar, en contra de una memoria mistificadora. ¿Por el bien de la sociedad? Sólo de la que comparte nuestros criterios.
PROGRAMA COMPLETO
Más de uno Pamplona 12/02/2024
En Más de uno Pamplona hoy hemos hablado con Eneko Arteta, vicepresidente de la Asociación de Familiares de Fusilados de Navarra 1936, AFFNA 36, entidad que junto a otras 18 asociaciones memorialistas navarras, ha suscrito un manifiesto por el derribo del monumento «Navarra a sus muertos en la Cruzada – Monumento a los Caídos».
Entre el minuto 16:45 y el 22:00
Derribo de los Caídos
Jokin de Carlos
01·03·24
Soy sobrino de Ramón Ramos y Miguel de Carlos, pamploneses secuestrados y asesinados por carlistas en 1936. Nuestros mayores evitaban mirar o pasar cerca del monumento porque sentían rabia y dolor.
Nos dejaron en herencia el duelo no cerrado, el deber de memoria, el deber de verdad, el deber de seguir buscándolos por campos y cunetas y también, sí, también, el deber de seguir luchando contra el genocidio y el fascismo. Y ese panteón siempre significará eso: lo peor de nuestra tierra. Por mucho que se intervenga, seguirá haciéndonos sentir lo mismo. Por mucho que se cambie, un símbolo así no se puede resimbolizar. Y Pamplona-Iruña seguirá siendo una ciudad manchada por el horror, el dolor y el fascismo. ¡¡Derribo ya!!
*El autor es socio de AFFNA/NAFSE36
Elias Anton, Iñaki Archanco, Jesús Casajús*
Militantes de la izquierda abertzale en Nafarroa
Oportunidad para «Los Caídos» de Iruñea
Sin tener ninguna duda sobre cuál debiera ser el futuro del edificio de Los Caídos presente en nuestra ciudad, y teniendo en cuenta el equipo de gobierno actual, el tiempo juega a favor de la toma de una decisión clara y enérgica sobre lo que debiera hacerse para devolver la dignidad y decencia que nuestra sociedad tanto merece.
No hay mucho que argumentar para definir el significado de ese edificio vanagloria del franquismo y el asesinato, donde la historia refleja el contubernio entre la iglesia levantisca y las hordas criminales que no dudaron en denunciar y matar a sus convecinos, sin frente de guerra, por el hecho de pensar diferente. Son muchos los muertos y desahuciados quienes fueron arrojados a las simas, fusilados y enterrados en cualquier cuneta, con odio y fanatismo, con el «detente bala» colgando del cuello y bajo la cruz de la miseria y la venganza.
Al igual que las organizaciones memorialistas, también queremos expresar nuestro claro y firme deseo para que el derribo de ese oscuro y tétrico edificio sea una realidad en el tiempo inmediato, sin pamplinas, sobre otros usos que solamente agradarían a los verdugos o a sus herederos, sean de parentesco sanguíneo o ideológico. Es hora de honrar a las familias de los ajusticiados y devolverles la dignidad que se merecen después de 85 años de agresión y genocidio franquista.
El nuevo Ayuntamiento no debiera perder el tiempo en tomar una decisión, pues sus apoyos mayoritarios le permitirían un derribo festivo y digno, liberando el territorio y ofertando un uso ciudadano alegre y vistoso, donde la cúpula oscura deje de interrumpir la visión de la naturaleza llena de luz y color, es cuestión de reparación y futuro digno.
Los abajo firmantes animamos a los y las ciudadanas de Iruñea a que se impliquen en el derribo del edificio de la vergüenza y, entre todos, mayoritariamente, colaboremos para que el tiempo corra en favor de una actuación rápida y eficaz, sin debates estériles que impidan que dicho tiempo transcurra sin resultados…
*Firmantes: Elias Anton, Iñaki Archanco, Jesús Casajús, Joaquín Iraizoz, Jose Mari Pastor «Artzai», Mariné Pueyo, Ángel Rincón y Fernando Sáez.
Los Caídos. Amnesia o anestesia
Por Orreaga Oskotz Egia
02·03·24
No es es cierto que ojos que no ven, corazón que no siente, porque aquí, en Navarra, se tuvo conocimiento de la magnitud de lo sucedido desde el minuto uno y tuvieron que hacerse cargo emocionalmente de lo generado, y ya si hablamos de la Justicia, ésa sí que no apareció nunca. Recibieron la peor de las justicias, la simulada. Otra cuestión es que la comunidad vencedora quisiera autoengañarse, evitar los conflictos y enfrentarse a la cruda realidad del politicidio perpetrado por los suyos, focalizando y apoyando los supuestos logros y grandezas que aportaron sus muertos a la Navarra de entonces. Cerrar los ojos, los oídos y la boca les permitió crearse una coraza, tan pétrea como el monumento, para ignorar lo que estaba sucediendo en sus portales o en los cercanos y así protegerse del inconmensurable dolor y sufrimiento de sus convecinos, intentando esquivar el peso de la culpa que debieron sentir por acción u omisión. Por ello, en estos lares sería más correcto afirmar que corazón que no siente, ojos que no ven.
Triste es que, a día de hoy, aquel monumento, erigido para exaltar y perpetuar la memoria de quienes se posicionaron contra la legalidad establecida, es visible desde muchos puntos de la cuidad. Sigue aquí, frente a nuestros ojos, con unos leves retoques de maquillaje que no evitan la consecuencia de lo que se quiere eludir, que no es otra que la amnesia selectiva que padece esta comunidad durante décadas por no asumir que aquel verano de 1936 se destapó lo más violento y animal que tiene el ser humano y que por estas tierras corrió la maldad sin freno ninguno.
En diciembre de 1952, unas horas antes de que una multitud, eminentemente carlista, llegada de todos los rincones de la provincia abarrotara la explanada frente al monumento de Navarra a sus mártires, para vitorear y aplaudir a Franco en su visita, se realizó una sencilla pero valiente actuación reivindicativa que consistió en el pegado de un cartel en uno de los muros del edificio que decía Los hermanos Eguía. Acto que pasó desapercibido incluso entre los hijos e hijas de aquellas víctimas, pero que dejaba bien claro que quienes lo llevaron a cabo sabían perfectamente qué había sucedido y que la memoria que se pretendía cultivar y exaltar era excluyente y ocultaba la realidad del resto de personas que habían sido borradas de la Historia cuando fueron sacadas de sus casas, detenidas ilegalmente, asesinadas y hechas desaparecer en fosas junto a cunetas, vertederos y simas, haciendo que la tortura y el sufrimiento que infringieron a nuestras familias perdurara en el tiempo.
Cómo olvidar que por nuestras calles y plazas se paseó a los huérfanos de la mano de sus madres, viudas de los asesinados, al son de la música y bajo una catarata de insultos y mofas. Cómo olvidar los abusos a los que expusieron a aquellas mujeres. ¿Pueden existir un par de ojos que no vieran violencia y vejación cuando se sacaba por la fuerza de sus casas a una de aquellas viudas, hermanas o novias para raparles el pelo en plena calle? Claro que existieron, incluso en nuestros días.
Por ello, si algo hemos tenido claro todas las familias que padecimos en Navarra esos horrores, ante la mirada inmisericorde y cómplice de sus responsables y ante el silencio de los otros, es que este monumento y el espacio que ocupa no eran ni son un lugar digno de ser visitado, ni muchos menos ser el escenario donde sus descendientes posaran vestidos de domingo, con su mejor calzado, para inmortalizarse en una fotografía. ¿Se imaginan ustedes posando para un retrato familiar frente al monumento de los Caídos a los supervivientes y las siguientes generaciones de las víctimas de las matanzas de Valcardera, de Monreal, de Olabe, de Zizur, de Paternain, de las bordas de Iruzkun, de Etxauri, de Ibero, de Balsaforada, de Lekaun, de las simas de Urbasa y Legarrea, de la sierra del Perdón y del largo número de lugares de horror de nuestra geografía?
Esta otra parte, la de los excluidos de los registros civiles, los cementerios y los juzgados, siempre hemos sabido lo que significa el mamotreto que nos ocupa y preocupa. Sería fácil comprobar con un simple vistazo cómo no hay rastro alguno de esa edificación en los álbumes fotográficos familiares. Nadie nos tiene que contar que es un monumento fascista.
Del mismo modo que lo tenían claro los feligreses del entorno de la parroquia de Cristo Rey, que, en palabras de su párroco, Nicolás Muruzabal, al Diario de Navarra allá por octubre de 1983, manifestaba que muchos fieles ya no acudían a actos religiosos al edificio por motivos ideológicos.
Pasan los años y este conflicto no resuelto deja al descubierto cómo una sociedad miró hacia adelante sin haber solventado lo que dejó atrás, arrastrando una mochila cuyas costuras ya reventaron hace tiempo y no se quiere admitir que se haya normalizado la ocupación del espacio público con este enorme dispositivo estético del fascismo. Es innegable que el edificio en cuestión perpetúa y aumenta la polaridad aún hoy en día. Basta bucear por los diferentes grupos de las redes sociales que muestran imágenes de antaño de esta ciudad para comprobar con qué rapidez se suscitan comentarios que tratan de acallar lo que no quieren escuchar con tan solo el visionado del monumento. Son siempre opiniones del estilo: “no pretendo crear polémica”, “no es el foro para hacer comentarios ideológicos”, “vete a hacer política a otra parte”, “disfrutemos de las fotos con ojos transparentes”, “no lo mires, nadie te obliga”. Da igual el foro que visites, las chispas siempre saltan.
Por todo ello, ya es hora de encarar el gran error que supuso levantar este monumento y de sostenerlo durante tantas décadas sin haber afrontado la magnitud de lo que ocurrió en esta geografía. Ya sabemos qué pasó, nadie puede ignorarlo, pero ahora hay que plantearse el cómo. Cómo se dio el colapso de la seguridad, cómo la polarización creo rivales y cómo se embruteció la población. Cómo pudo toda una comunidad, nada más finalizar la guerra, consentir y financiar este costosísimo edificio en plena hambruna de posguerra mientras se llenaban las cárceles de inocentes y se seguía investigando y clasificando a la población según el grado de afinidad para con el nuevo régimen. ¿Cómo se explica esa indiferencia, esa ceguera y sordera de tantos miles de convecinos? ¿Amnesia o anestesia?
Aquí el único que conserva el corazón y lo tiene claro es el coreano, la escultura de Jorge Oteiza instalada frente al estanque, que le dio la espalda al monumento desde un principio.
Asociación Areka
Ruiseñores
05·03·24
Bingen Amadoz
Txori erresiñula udan da kantari…
Marino Amadoz Abaurrea era hermano de mi padre y tenía 20 años cuando murió en la batalla del monte Bizkargi el día once de mayo de 1937. Estaba en un lugar no elegido del frente de guerra. No era voluntario, ni soldado de reemplazo, como tampoco era requeté, ni falangista. De eso podemos estar seguros. Nunca hubiera podido defender ni ensalzar a los que unos meses antes, el 18 de agosto, habían asesinado a su padre y a su hermano Vicente. Era uno más de los nuestros y nunca fue de los otros, ni no la va a ser jamás.
Tuvo que huir de su casa, al igual que otros dos hermanos porque las amenazas no dejaban lugar a dudas. Si se quedaba, su vida corría un serio peligro. Era un tiempo en que los desafectos al régimen fascista recién instaurado solo tenían dos salidas si querían seguir vivos: Al fuerte o al frente.
El día que murió Marino los chicos de la familia y el tío Esteban, que era hermano de mi abuelo y sordo de nacimiento, estaban trabajando en una viña bastante alejada del pueblo. Allí estaba también mi padre que contaba entonces catorce noviembres. En mi familia paterna siempre existió una percepción especial con un mundo extrasensorial de fenómenos misteriosos que no está quizás destinado a ser comprendido por el común de los mortales. No creo que sea un privilegio, pero tampoco podemos escapar a su herencia.
El día 11 de mayo de 1937 el tío Esteban clavó su azada en la tierra de repente y dijo que ese día ya no trabajaba más. “Marino está muerto” les dijo a todos por gestos seguros. Él tenía su movimiento de manos para identificar a cada uno de sus familiares. Mi padre era el sobrino del pelo rizado y yo era el hijo mayor del sobrino que tenía el pelo rizado. Nadie de los presentes entendió por qué expresaba aquello tan convencido. Y hasta llegaron a pensar que se le había ido la cabeza. Siguieron en la faena sin darle mayor importancia a lo que consideraron una ocurrencia sin pies ni cabeza. Pero el tío, que con tanta vehemencia había defendido su particular certeza, tenía razón. Algunas horas más tarde llegó un vecino del pueblo montado a caballo. “Venid todos”, les dijo, “ha muerto vuestro hermano Marino”.
La crueldad de los sublevados fascistas no respetó, a vivos ni a muertos. Un día después de enterrar a Marino Amadoz, el 13 de mayo, el llamado Fondo de Responsabilidades Políticas de la Audiencia de Pamplona abrió expediente a mi abuelo Miguel Amadoz. Dijeron, después de asesinarlo, que había sido detenido, puesto en libertad más tarde y que estaba desaparecido. Atendiendo a las autoridades militares pretendían incautar todos los bienes de la familia para dejarla sin techo y sin medios de vida, en la indigencia más absoluta. Bonita manera de homenajear a Marino, de quien dice Esteban Ezkurra, jefe de Requetés, en una declaración incluida en el propio expediente, que ha muerto por Dios, la Patria y el Rey. Tuvieron incluso la enorme desvergüenza de publicar el dia 10 de septiembre de 1937 una esquela en la que se afirma que Marino Amadoz es un requeté que ha muerto por Dios y por España. Las contradicciones de los represores resultaban tan evidentes que llega a decir la Guardia Civil en el mismo documento que Marino había huido, temiéndose algo serio porque había sido muy extremista.
En un futuro que se le negó ciertamente, podría haber jugado como extremo, izquierdo seguramente, porque en 1936 Osasuna lo había fichado para que jugara en el equipo.
De él decía mi padre: “silbaba como los ruiseñores”.
Los enemigos del género humano aún tenían preparada una última afrenta para Marino. Secuestraron su nombre y nuestros apellidos para colocarlos en el orden alfabético correspondiente entre los que, sin consultar ni a Dios ni al diablo decidieron que eran “sus caídos” en el megalómano edificio que para gloria de los organizadores de la matanza erigieron en la cabecera del Ensanche de Iruña. Desde ahí la sola presencia del panteón nos ha insultado permanentemente durante mas de seis décadas.
Tendría yo como 20 años cuando un día mi padre me pidió que comprobara si en aquellas paredes estaba el nombre de Marino. El no quería ni pisar tal ignominioso monumento a la desfachatez humana. Pude entrar una vez y ya lo creo que sí. Allí estaba nuestro ruiseñor atrapado en el muro sin posibilidad de huida, condenado a soportar las pinturas de Stolz y los sarcófagos de los que hablaron en nombre propio para que no pudieran opinar los demás.
Igual que Marino otros muchos ruiseñores han compartido el mismo destino.
Malditos ladrones de cuerpos baleados y de nombres, pertenecientes todos ellos a personas dignas de respeto. Unos trasladados a Cuelgamuros, como los 52 de Valcaldera, desde la fosa anónima de Cadreita. Otros esculpidos en muros de la vergüenza. Una misma estrategia con un idéntico y execrable objetivo: el ninguneo de las víctimas y su utilización perversa para convertirlos en glorificación y encumbramiento de la sinrazón ostentada por Franco y Primo en Cuelgamuros y Mola y Sanjurjo en Pamplona. Trasiego y humillación. Esas son sus armas póstumas con la muerte ajena. Y sin embargo, no se han podido apropiar de nuestra memoria. Y aún nos queda la palabra.
Ojalá que pronto esos muros sean derribados para que Iruña pueda desatar sus esclavitudes con un pasado que aún nos machaca sin piedad. ¿Hay manera de resignificar piedras malditas por la impiedad de la barbarie? Nunca en el lugar donde están. Si acaso, que sirvan esas piedras desubicadas por fin, para construir escuelas u hospitales en los barrios o pueblos donde se necesitan.
No hay ya reparación para el dolor de nuestros mayores. Pero, espero todavía poder susurrar a mi padre, que espera noticias al otro lado del viento, que ya no hay trinos ahogados en el cemento aplicado a los vencidos.
¡Dejad que los ruiseñores vuelvan a cantar! Que silben en la cumbre, sin presos, del monte Ezkaba para saber que hemos recobrado la serenidad. ¡Que silben! ¡Que silben en libertad!
El derribo de los Caídos
Luis Mª Mtz. Garate, Tasio Agerre, Angel Rekalde
07·03·24
El monumento de Pamplona-Iruñea a los Caídos interpela a la sociedad navarra. Plantea un reto evidente en cuanto a su demolición, destrucción o resignificación. Es un homenaje al fascismo español, un signo de la brutalidad ejercida, con ocasión de la sublevación militar de 1936, sobre la población, las personas y naciones que se encuentran confinadas en los dominios del Estado. Con independencia de su nulo valor estético, simboliza la represión del poder contra cualquier actitud, social o política, distinta o ajena al franquismo. Cualquier expresión digna de memoria colectiva ha de abominar de su existencia y exigir su derribo incondicional.
La memoria colectiva de una sociedad es un elemento esencial de cohesión. Es un componente básico del patrimonio inmaterial de las colectividades, y como tal le sirve para constituirse en el presente y afrontar los retos del futuro. Es un elemento central del relato que cualquier comunidad utiliza para explicar y dotar de sentido a su pasado, su identidad y entender los conflictos y procesos que la han conducido al presente. Por lo mismo, la memoria no puede limitarse a circunstancias puntuales, hechos ocasionales o conflictos episódicos. Debe estar inmersa en una trama, en un relato.
El debate del derribo del Monumento a los Caídos se plantea ahora en el contexto de la reciente Ley de Memoria Democrática. Ley nominalmente democrática, pero española (“la memoria es especialmente importante en la constitución de identidades individuales y colectivas”. Sic. En el preámbulo).
Se puede observar el mismo planteamiento en el reciente título de lugar de memoria para Gernika, otorgado por el bombardeo de 1937. Pero Gernika ya era lugar de memoria para nuestra población desde mucho antes; para José María Iparragirre y su Gernikako Arbola; o para José Antonio Agirre cuando fue a jurar su cargo ante el célebre árbol de las libertades. Lo mismo podríamos decir de Amaiur y tantos otros lugares, como el reciente hallazgo de la Mano de Irulegi.
A pesar de la citada ley, nuestra memoria no comienza en 1936, ni con la República española. Los conflictos que nos han atravesado vienen de siglos atrás, y la mayor parte de las convulsiones que intervienen en la guerra del 36 (léase la Cuestión Foral o las luchas de las corralizas y comunales…) sólo se entienden en el contexto de situaciones previas –contiendas del siglo XIX y anteriores– que tienen su origen en la conquista militar de un país libre (1512). De ser el nuestro un Estado independiente, pasó a ser ocupado por una potencia extranjera, y a ser provincia española en 1841.
Olvidar las raíces de los conflictos no es el mejor camino para resolver los problemas. La memoria de los vencidos, en palabras de Walter Benjamin, es la garantía del resarcimiento de las injusticias sufridas y germen de su reparación. Y hay que desplegarla en el tiempo, sin limitarla a etapas cerradas ni episodios puntuales.
La demolición del edificio de los Caídos, además de proporcionar reconocimiento a los fusilados, desaparecidos y perseguidos por el franquismo, deberá entenderse en una memoria vasconavarra, distinta e independiente de la hispana. Una memoria basada sobre un patrimonio inmaterial perseguido y tergiversado desde la pérdida de la independencia en 1512. Esta es la memoria, propia, que se pretende diluir y borrar, al justificar la necesidad del derribo en una memoria asimilada a la republicana española.
Txema Lestón – Kolektibo Memorialista Zurbau (Zendea Oltza) 24/02/2024
https://youtu.be/HRIwQLD-X2o?si=szAqvsU0K_nhFV9k
Transcripción:
Iruñeko udaleko gobernu tarde berriak aspaldiko eztabaida bat jarri du mahai gainean: Zer egin erorien monumentuarekin. Elkarte memorialista batzuek “erabateko eraispena” eskatzen duzue.
Baina horrekin sartu baino lehenago eta etxean dauden guztiak kokatzearren:
- Non kokatzen da monumentu hau? ¿Dónde se sitúa?
Este edificio se sitúa al final de la avenida Carlos III, separando el segundo ensanche del barrio de Lezkairu
- Zein da bere historia edo zertarako sortu zen?
Fue diseñado y construido a modo de panteón funerario por el fascismo, para honrar a Mola y Sanjurjo, dos de los principales jefes y directores del brutal golpe de estado militar contra la republica elegida democráticamente, mediante el que dieron inicio a una guerra de exterminio masivo de un importante sector sociopolítico de nuestra tierra.
Destacar que en Navarra no hubo frente de guerra, sin embargo, asesinaron a sangre fría a miles de personas, saquearon el comunal, humillaron y violaron a sus familiares y robaron sus propiedades, forzándoles a exiliarse, impusieron el olvido y sembraron el terror.
Calculamos que fueron asesinadas 3760 personas de las cuales mas de la mitad, siguen en cunetas sin poder encontrarlas y devolverlas a sus familias.
- Noiz? ¿Cuándo?
El proyecto se aprobó en 1938 y se empezó a construir en 1942 por los arquitectos afines al régimen franquista Yarnoz y Eusa, pero no se inaugura hasta 1952 en que Franco vino a hacerlo, puesto que primero había que inaugurar los caídos de Madrid.
Por los mismos años se crea “la hermandad de Caballeros Voluntarios de la Cruz” entidad esencialmente requeté, bajo el manto protector de la Diputación y del Obispado, cuan finalidad era conservar y perpetuar el espíritu que llevo a Navarra a tomar las armas, esta entidad ha sido la que ha monopolizado durante décadas el uso del edificio, realizando sus actos de apología franquista con el permiso del Obispado
- Zuek honen erabateko eraispena nahi duzue ezta? Zergatik? ¿ustedes están por el derribo total? ¿Por qué?
Queremos que se tire el edificio por que fue hecho por el fascismo en honor de los asesinos, como homenaje a ellos y todo el tiempo que perdure la sombra de ese edificio es un insulto a la dignidad de las personas asesinadas y represaliadas en nuestra tierra.
Un lugar o espacio de memoria se puede considerar a un sitio donde los apresaron, torturaron y asesinaron, como fue la Cárcel de Pamplona, el fuerte San Cristóbal o el colegio de Salesianos, , dicho sea de paso Maya y UPN no tuvieron ningún problema en tirar la cárcel y tres días y vender Salesianos para hacer negocio, porque así evitaban el recuerdo que lo que allí sucedió, sin embargo se oponen al derribo del edificio de los Caídos, lo que deja claro que no es un lugar ni espacio de memoria, es un lugar y un espacio contra la dignidad de los asesinados y ensalzando a los asesinos.
- Zuek esan dut, baina zenbat elkarte zarete. Zeintzuk?•
En este momento somos 23 asociaciones
Affna36,
Altsasu Memoria,
Amapola del Camino/Bidekomitxingorria,
Areka,
Asociación Maravillas Lamberto de Larraga,
Asociación Valentín Plaza de Castejón,
Ateneo Basilio Lacort,
Corella Colectivo Memoria,
Erreniegako Hilobiak / Fosas de la Sierra del Perdón,
Erriberri / Olite por la Memoria,
Euskal Memoria,
Fundación Altaffaylla,
Gares Comisión Local Memoria Histórica,
Kasedako Memoria,
Muga Taldea – Kortes,
Mujeres con Memoria,
Orreaga Fundazioa,
Sanduzelaiko Arkeologia
Sartaguda-Asociación Pueblo de las Viudas,
Teileriako Ahaztuak / Elo – Monreal,
Txinparta-fuerte San Cristóbal,
ZER
Kolektibo Memorialista Zurbau / Oltzako Zendea
- Zergatik ezin duzue onartu biraldaketa moduko bat, edo esanahi aldaketa bat? ¿Por qué no aceptáis una especie de cambio o un cambio de significado?
En lo que se refiere a la consulta general a la ciudadanía, es algo que no contemplamos,
¿Se haría una consulta popular para opinar sobre “la violación de La Manada”?
¿Sobre el asesinato de “Nagore Laffage”? o incluso ¿se haría una consulta popular para decidir cómo tratar la muerte de “German Rodríguez en el 78”?
Hay cosas que se caen por su propio peso y que no se soluciona con una consulta popular es el caso del edificio en cuestión, ninguna consulta va a cambiar su significado del mismo.
Creemos que La Ley de Memoria Democrática esta para cumplirla y no para marearla o cambiar su objetivo, y en el artículo 35.1 claramente sin opción a interpretaciones dice “ se consideran como elementos contrarios a la memoria democrática las edificaciones, construcciones, escudos, insignias, placas y cualesquiera otros elementos u objetos en edificios públicos o situados en la vía pública en los que se realicen menciones conmemorativas en exaltación, personal o colectiva, de la sublevación militar y de la dictadura, de sus dirigentes, participante en el sistema represivo o de las organizaciones que sustentaron la dictadura, y las unidades civiles o militares de colaboración con el régimen franquista y las potencias del eje durante la Segunda Guerra Mundial”.
Así mismo el artículo 35.3 dice “Las Administraciones públicas, en el ejercicio de sus competencias y territorio, adoptarán las medidas oportunas para la retirada de dichos elementos”
Cualquier otra opción, llámese resignificación es inviable desde nuestro punto de vista, el significado del edificio en pie no cambiara, la dignidad de los asesinados no desaparece con una limpieza de cara, para eso solo hay una vía, la demolición total
- Monumentua ukitu nahi ez dutenen argumentuak zeintzuk dira? ¿Quiénes son los que no quieren tocar el monumento?
El no tocar a los muertos; En ese edificio no hay muertos, los muertos están en las cunetas y ese edificio hace homenaje a sus asesinos.
Plantean también argumentos arquitectónicos, nosotros pensamos que si en la Plaza del Castillo habría una escultura de Franco a caballo echa por el mismísimo Miguel Ángel, no nos importaría su valor artístico, sino su significado y lo que conlleva, estaríamos también por su demolición, es un edificio con 60 años, sin historia, la única historia que tiene es la que queremos que desaparezca.
- Zenbat daramazue eztabaida honekin? ¿Cuánto tiempo lleváis con esta discusión?
El edificio de los Caídos es el mayor símbolo franquista de Navarra, el segundo del estado después de los Caídos de Madrid.
Ya en plena dictadura en 1964 hubo quien puso una bomba, siempre se ha pensado en que lo correcto sería su demolición, en las décadas de los 70 y 80 ya aparecieron pancartas en las que decían “Monumento a los Caídos Demolición”
En los años 2012 a 2015 se hizo una campaña para sacar a Mola y Sanjurjo, echo que era necesario para poder derribar el edificio, cosa que se consiguió en el 2016.
Ósea este debate lleva más de 60 años, pero ha sido cuando se le arrebato la alcaldía y el Gobierno de Navarra a la Derecha cuando se le ha dado un nuevo impulso, puesto que confiamos que el bloque progresista que se ha conformado tiene que tener en cuenta a sus bases, las cuales en una gran mayoría están por el derribo.
- Zergatik ez da lehenago erabaki edo argitu? ¿Por qué no se ha decidido a aclarado antes?
Porque a la derecha no le ha interesado el tema, puesto que ellos lo que desean en que continue como Monumento en recuerdo a los Genocidas que nos mataron y represaliaron a miles en navarra, para que tengamos fijada en nuestra memoria y no olvidemos lo que paso y siempre pude volver a pasar. Por eso queremos quitarnos ese estigma de encima y demolerlo, aunque nunca olvidaremos lo que nos hicieron.
- Joseba Asironen gobernuak dirudienez, erabaki bat hartuko duela honen inguruan, ez??
Zer erabaki espero duzue? ¿Qué decisión esperáis que tomen?
En el acuerdo de gobierno han manifestado que en esta legislatura se tiene que zanjar el tema, en las últimas fechas, se está moviendo el tema con el Gobierno de Navarra, tenemos la esperanza y el convencimiento que las fuerzas progresistas que conforman el Ayuntamiento y el GN harán lo correcto que es lo que sus bases reclamamos.
- Zuen aldeko erabakia hartzen ez bada, zerbait egiteko pentsatua duzue? Si no toman una decisión acorde con vuestra opinión, tenéis pensado hacer algo?
Seguiremos trabajando por nuestro único objetivo que es el derribo, no tenemos ningún plan B ni aceptaremos otra vía, la solución es única, solo se necesita la voluntad política suficiente para ejecutar lo que la ley y el pueblo pide sin necesidad de consultas.
Confiamos en nuestros representantes políticos y estamos convencidos que se todo llegara a buen puerto, y el único puerto que hay es el del derribo
- https://www.noticiasdenavarra.com/opinion/tribunas/2024/03/12/caidos-afrenta-permanente-7985892.html
Los Caídos: la afrenta permanente
Llevamos planteando repetidamente nuestra postura a favor de su derribo
Varias firmas*
12·03·24 | 06:00 | Actualizado a las 07:39
El edifico franquista, con las hojas caídas en el estanque.
El edifico franquista, con las hojas caídas en el estanque. JAVIER BERGASA
Llevamos planteando repetidamente nuestra postura a favor del derribo del denominado monumento a los Caídos en Pamplona. Y ello por varias razones.
Primera, porque es un elemento nazifascista (carlista) contrario a la memoria democrática.
Segunda, porque es una afrenta inmisericorde al recuerdo de los más de 3.700 navarros asesinados en retaguardia, muchos de ellos todavía desaparecidos en cunetas y montes.
Tercera, porque su finalidad fue erigir un conjunto arquitectónico de memoria sectaria y enaltecedora del nacionalcatolicismo franquista.
Cuarta, porque su significado ha servido y sirve como elemento de negación y de borrado de la memoria de las víctimas y de sus familiares.
Quinta, porque es una recreación monumental a favor de una de las dos comunidades conformadas a través de la gestión de la memoria llevada a cabo por los golpistas de julio de 1936. La suya y la de sus muertos, homenajeados públicamente por las autoridades durante décadas, mediante las esquelas, necrológicas, monumentos a los mártires y rituales funerarios.
El derribo de los Caídos
Luis Mª Mtz. Garate, Tasio Agerre, Angel Rekalde
El monumento consagra la eliminación de la comunidad de los castigados, de los asesinados y represaliados en la salvaje limpieza política de 1936-1937 y sus familiares.
Tantas décadas después, el monumento a los Caídos perpetúa la existencia de esas dos comunidades y los defensores de su mantenimiento a ultranza eternizan el ninguneo inhumano e insensible de las víctimas.
El establecimiento de la comunidad de los homenajeados ha sido un eje básico del régimen franquista, significando a aquellos como piedra basal de una identidad colectiva.
En Navarra, la Diputación impulsó varias iniciativas en relación con esa política de exaltación de los muertos propios, que conllevaba el paralelo olvido de los asesinados ajenos. Después de varios llamamientos tempranos, en noviembre de 1936, la Diputación agradeció a la Delegación en Navarra del Colegio Oficial de Arquitectos Vasco-Navarro su ofrecimiento de ayuda para la construcción de un monumento que perpetuara “la memoria de los heroicos voluntarios navarros muertos al servicio de la patria y de la civilización cristiana”. Finalmente, el proyecto se aprobaría en 1939, construyéndose, en la forma y condiciones como lo conocemos, a partir de 1942.
Ya en enero de 1937, la Diputación de Navarra tomó un primer acuerdo para la compilación de un fichero de combatientes que serviría originalmente para un “libro dedicado a los héroes navarros”, con el que finalmente se confeccionó el volumen Caídos por Dios y por España, publicado en Pamplona en 1951, una copia del cual se entregó a Franco.
Asimismo, el 26 de diciembre de 1939 se constituiría la Hermandad de Caballeros Voluntarios de la Cruz en Irache, entidad memorialista esencialmente requeté, bajo el manto protector de la Diputación y del Obispado, cuya finalidad consistía en “la conservación del genuino espíritu que lanzó a Navarra a tomar las armas en la Cruzada” y perpetuar el espíritu de la misma “para que no se olvide a los que murieron”. Esta entidad ha monopolizado durante décadas el uso del monumento de los Caídos y ha continuado hasta anteayer realizando sus actos de apología franquista durante todos los 19 de cada mes en la cripta del mismo con el visto bueno del obispo.
Como reverso del tratamiento honorífico ofrecido a los fallecidos del bando golpista, muestra del carácter despiadado e inclemente en relación con la comunidad de los castigados, el obispo Olaechea trató, tres años después de blanquear parcialmente su apología del carácter cruzadista del golpe el día de la macroprocesión de 23 de agosto de 1936, simultánea con la segunda mayor saca registrada en Navarra, con una circular en noviembre de 1939, en la que invitaba a los curas a que colaborasen con los familiares de los asesinados para el transporte de sus restos de las cunetas a los cementerios en una forma estrictamente religiosa y privada.
Pero los propios familiares de los asesinados desconfiaban de la misma y de sus intenciones, pues podía ser inviable al estar afectada por consideraciones de higiene pública tratándose de cadáveres enterrados hacía dos o tres años, hacinados y sin féretros, casi a ras de tierra. Sin olvidar otras consideraciones de carácter político.
De hecho, unos meses después se valoró que “no pasan de treinta los traslados efectuados en toda Navarra”. Entre las dificultades, había que presentar una partida de defunción del Registro Civil junto con dos testigos que hubiesen visto el cadáver en el lugar indicado, así como “la dificultad de identificar los cadáveres, ya que son contados los que fueron fusilados y enterrados aisladamente”.
Obviamente, el boicot activo por parte del régimen y de sus colaboradores civiles en todas las esferas, obligó a los familiares a moverse dentro de la más rigurosa clandestinidad. En el movimiento de recuperación de restos de finales de los años setenta para obtener informaciones para localizar fosas comunes, se llegaron a proferir amenazas contra quienes trabajaron en ello. De hecho, la ejemplar solidaridad que se desarrolló a ambos márgenes de Ebro, asistiendo masivamente a los actos convocados, fue una forma muy efectiva de defensa frente al ambiente de intimidación de matones y colaboradores.
También hay que resaltar que a pesar del trabajo fundamental de las asociaciones y de las instituciones en los últimos lustros, todavía hoy siguen desaparecidos en las mismas cunetas los restos de varios cientos de asesinados, sin poder ser exhumados. Y ello es así porque durante décadas sus asesinos, matones, colaboradores y responsables de la matanza guardaron silencio. Ninguno de los responsables en cualquier grado, tan católicos, tuvo el menor atisbo de humanidad para haber facilitado informaciones acerca de la situación de las fosas. Ni una sola.
Ante esa realidad velada y ocultada, duele enormemente que a la altura de 2024 quienes claman por el mantenimiento del edificio sean incapaces, como lo han sido siempre, de verbalizar la magnitud de aquella barbarie y de aquella negación simbolizadas por el monumento. Es sangrante que la derecha navarra, aferrada al principio de que lo que no se nombra no existe, persista en su tendencia a no referirse de forma explícita a la magnitud y al significado de lo sucedido en Navarra entre 1936 y 1945, algo que permitió a los golpistas disfrutar de las mieles del poder sin ninguna oposición durante décadas y que condicionó altamente la Transición. Y que hoy se limitan a la defensa numantina de la preservación tal cual de un edificio insultante para los demás, que sigue presidido por las mismas cruces nacionalcatólicas que bendijeron el golpe y las matanzas.
*Por: Fernando Mikelarena, José Ramón Urtasun, Pablo Ibáñez, Orreaga Oskotz, Carlos Martínez, Laura Pérez, Clemente Bernad, Carolina Martínez, Jesús Arbizu, Ángel Zoco, del Ateneo Basilio Lacort
Plaza de la Libertad, ¡ya!
Josetxo Arbizu Marturet
Sirva estas líneas para agradecer a la Asociación de Vecinos/as del Segundo Ensanche la inclusión en la programación de su Semana Cultural que del 11 al 16 de marzo celebran en la Escuela de Arte Eskola la charla con el título ¿Qué se ha hecho con el Monumento a los Caídos?, como ponente Vicente Taberna, arquitecto municipal ya jubilado que fue director de Urbanismo y Vivienda, así como nuevo gerente de la Gerencia de Urbanismo del Ayuntamiento de Pamplona, participó como jurado en el concurso de ideas sobre el futuro de dicho Monumento.
Su exposición recorrió cada una de las fechas partiendo del plan que se inició en 1917 y fue aprobado en 1920 que desarrollaba el crecimiento urbanístico de la ciudad y sus modificaciones posteriores, explicó la de 1941 para encajar el Monumento a los Caídos en la actual ubicación. Un panteón en homenaje a los vencedores de la Cruzada para exaltar a la Navarra victoriosa frente a la Navarra que todavía busca a sus muertos por las cunetas. Este espacio maldito tiene que pasar de la zona de interés a la plaza de la Libertad.
Pamplona concreta los grandes proyectos para 2024: Sarasate, San Jorge, Los Caídos…
Pamplona concreta los grandes proyectos para 2024: Sarasate, San Jorge, Los Caídos…
Kepa García
A los partidos políticos que ven la resignificación como elemento de trueque, recordarles que sólo es un símbolo franquista incompatible con ser un lugar de Memoria. Apostamos por el futuro, este mamotreto panteón nos divide a los pamploneses y a todos los navarros y no aporta nada a nuestra convivencia. Su desaparición abrirá una sociedad más justa.
*De Affna 1936 y Txinparta
CONTENIDO EN CASTELLANO – GAZTELERAZKO EDUKIA
Erorien monumentua eraisteko babesa eskatu dute Eraistearen aldeko asanbladak. Gaia jorratzen aritu gara bertako kidea den Yolanda Ansorekin. Erreniegako Hilobiak
¿Derribar Los Caídos? Por supuesto que sí
Yolanda Ansó Ríos
19·03·24
Mi abuelo materno, Hilario, era calderero en una empresa de fundición de Amurrio, en 1936, cuando Mola, Franco y sus secuaces se levantaron contra el legítimo gobierno de la República, elegido 4 meses antes. Afiliado a la UGT integró las milicias del ejército vasco en primera línea de defensa, en los altos de Amurrio, en el Batallón Leandro Carro, hasta que fue hecho prisionero en Santoña. Durante 4 años estuvo desaparecido, sin que su familia supiera si estaba vivo o muerto, ni dónde estaba. Fue condenado a 30 años de cárcel por rebelión y una multa de 5.000 pesetas, una fortuna entonces. A él que defendía el Gobierno legítimo.
Su mujer, mi abuela Loren, tuvo que huir sin saber qué era de su marido, y con su padre en silla de ruedas y tres pequeñajos de 7, 5 y 2 años. Vivió el exilio en Beaugency, en Francia, dejando atrás su casa y sus pertenencias y su vida. Nunca las recuperó. De Francia pudo volver a Pamplona y consiguió el auxilio de su familia, pues ella era de Pamplona. Pero su padre, mi bisabuelo, murió en Nantes sin poder estar con su hija ni superar el exilio.
Tras una búsqueda incesante, la Loren pudo enterarse de que Hilario estaba vivo y preso en el Penal del Puerto de Santa María. Cuatro años estuvo allí hasta que en 1941 Franco concedió un indulto a muchos de los prisioneros republicanos.
Para entonces, en Navarra, la Junta de Guerra Carlista y los falangistas ya habían asesinado a casi 4.000 personas siguiendo la máxima de Mola: “Hay que sembrar el terror, hay que dejar sensación de dominio eliminando a todos los que no piensen como nosotros”.
Para entonces, Franco y Conde de Rodezno ya habían mandado fusilar a más de 150.000 republicanos, en las distintas cárceles y campos de extermino del Régimen por toda la España “Una, Grande y Libre”.
Cuando mi abuelo llegó a Pamplona, Lorenza y él se implicaron en la atención y auxilio a los presos del Fuerte de San Cristóbal y a sus familiares, que venían a Pamplona de Castilla, Extremadura, Galicia y otros lugares.
Mi madre, que con 7 años ya conoció el exilio en Francia, con su hermano de 5 y su hermana de 2 años, acompañaba a las mujeres de los presos hasta el fuerte para enseñarles el camino. Tenía 12 años.
Mi abuela paterna, María Apesteguia Zabalza, junto con sus hermanas Julia y Alejandra, vivían en Jarauta, en 1936, también eran militantes de las juventudes socialistas. Sus hermanas tuvieron que huir a Francia cuando un vecino les avisó de que los falangistas les buscaban, porque aparecían en las listas de militantes del Partido Socialista de Pamplona, que habían sido requisadas por los golpistas. No volvieron a Pamplona hasta que murió Franco. Mientras, la familia nos juntábamos en Hendaya, para evitar peligros.
Mi abuela María fue encarcelada en 1944 en Zaragoza acusada de pertenecer al Socorro Rojo. Para entonces mi padre con 10 años ya acompañaba a guerrilleros del Maquis hasta el Seminario para enseñarles el camino a la frontera.
Mientras, mi familia, al igual que casi toda Navarra, pasaba penurias, represión y vejaciones, el Régimen Nacional católico levantaba un mausoleo-monumento gigantesco para honrar a Mola y Sanjurjo, dos generales instigadores del genocidio de gentes de izquierdas y para dejar muy claro quien mandaba en Navarra.
Mis padres han vivido en Santa Marta y trabajaban como carniceros en el Mercado del Ensanche. El camino más corto para ir de su casa al trabajo era cruzar la plaza Conde de Rodezno, pero siempre daban un rodeo para no pasar por delante de los Caídos, pues suponía contemplar el monumento permanente a la iniquidad, el asesinato y la represión contra ellos y los suyos.
Las Asociaciones de Memoria piden el derribo del Monumento a los Caídos. Hay quien defiende la resignificación. Si mi bisabuelo, abuelo y abuelas, tías, militantes socialistas en aquella época, si mi madre y mi padre levantasen la cabeza, dejarían muy claro que la dignidad de las víctimas no es compatible con el mantenimiento de ese monumento, pues, aunque se destine a biblioteca, sala de exposiciones o sala de juegos, su presencia, imagen y esencia será por siempre el Monumento al Golpe de Estado, a Mola y a Sanjurjo.
*La autora es hija y nieta de represaliados
Resignificación o demolición
José Manuel Ibero Albo
20·03·24
Vista del estanque y del Monumento a los Caídos. JAVIER BERGASA
Soy nieto de Gregorio Albo Urcelay, vecino del barrio de la Rochapea asesinado por los fascistas en agosto de 1936. Encontramos sus restos en una fosa en Paternáin hace menos de dos años.
El cambio en la alcaldía del Ayuntamiento de Iruñea nos ha hecho recobrar la esperanza de ver hechos realidad algunos proyectos aparcados por el anterior equipo de gobierno municipal de UPN. Como nieto de represaliado, me voy a referir al debate en torno al futuro del edificio denominado Monumento a los Caídos. Resignificación o demolición. Estas son las dos propuestas en torno a las que giran las diferentes opiniones que se vierten sobre el tema.
¿Es posible resignificar una edificación que se hizo con el único objetivo de ensalzar la memoria de los asesinos en una ciudad donde no hubo enfrentamiento armado? No, desde mi punto de vista, no. Como familiar de asesinado me siento cansado de todas las resignificaciones que hemos tenido que soportar las tres generaciones que han vivido y vivimos en el período de 1936 hasta hoy. El debate entre resignificación o demolición no es nuevo. Tras la muerte del dictador se optó por la resignificación del franquismo frente a su demolición. Lo llamaron transición. Para mi familia, como familia de un asesinado, aquella resignificación del franquismo supuso un alargamiento de la sombra del mismo. Aquel proceso supuso resignificar instituciones, políticos, jefes de estado y, en general, todas las estructuras públicas y, de esa manera, crear un nuevo estado que, aunque tuneado, seguía siendo fiel a los principios del Movimiento. No seré yo quien diga que nada ha cambiado desde entonces y que la situación actual es igual que la de hace cinco décadas. Sin embargo, la resignificación y no demolición del franquismo trajo consecuencias todavía muy presentes en la sociedad actual en general y, particularmente, en las familias de los asesinados: la impunidad de los asesinos y el olvido de las víctimas. Mi abuela y mi madre, a pesar de su longevidad, nunca pudieron saber dónde habían asesinado y enterrado a su marido y padre. Mientras, durante décadas, cada vez que paseaban por la avenida de Carlos III, tuvieron que sufrir la humillación de contemplar ese monumento erigido en honor de los asesinos de mi abuelo y de sus cómplices. Este monumento de exaltación del fascismo, de la glorificación de los asesinos de mi abuelo, de socavamiento de la dignidad de mi abuela y de mi madre, lleva proyectando su siniestra sombra durante más de 80 años, de los cuales, más de la mitad han sido después de la muerte de Franco. Todo un símbolo para transmitir el mensaje de que el orgullo de haber masacrado en 1936 aquella ciudad indefensa permanece después de varias décadas de la muerte de Franco y de la resignificación de su poder.
El trabajo por la memoria de las víctimas del franquismo en Navarra no es nuevo. Gracias a este trabajo de las asociaciones por la memoria y de las instituciones públicas hemos podido recuperar espacios que fueron testigos de fusilamientos, detenciones, torturas, fugas de presos… Todos estos espacios conforman hoy en día lugares de memoria que constituyen un gran patrimonio de dignidad, reparación, reivindicación, educación… Cada vez que visito la fosa de Paternáin donde mi abuelo fue asesinado, aunque las sensaciones que me surgen son muy diversas, se impone la sensación de dignidad sobre la de humillación, la de la memoria sobre la del olvido, la de los valores republicanos sobre los del fascismo. ¿Podré tener esas sensaciones si miro en un futuro a un Monumento a los Caídos resignificado? Difícilmente, a mi entender. Este edificio desde su origen fue creado para transmitir a la ciudad el orgullo y la falta de arrepentimiento por la masacre. Fue creado para dar cobijo a las tumbas de insignes fascistas mientras mi abuela no sabía dónde estaba enterrado su marido. Este edificio fue construido y perpetuado para recordarnos que el fascismo sigue en pie todavía.
El simbolismo del Monumento a los Caídos lo comparo con la laureada de San Fernando que abrazó el escudo oficial de Navarra hasta 1981 como recuerdo y agradecimiento por la colaboración de Navarra en la agresión fascista. ¿Imagina alguien la posibilidad de haber resignificado la laureada añadiéndole unas margaritas? ¿Qué habríamos visto todos y todas en aquel resignificado y florido laurel? Lo mismo que yo; exaltación del franquismo, glorificación de los asesinos, humillación de las víctimas…
Personalmente, por mucho que este edificio se resignificara, nunca lo vería ni lo entendería de otra manera diferente a la que lo entiendo hoy. Desde mi vivencia como familiar de un represaliado por el franquismo, su resignificación nunca la interpretaría como una honra para la memoria de mi abuela y de mi madre. La humillación y el desprecio hacia nuestra familia permanecerá, por lo menos para las generaciones actuales, mientras este edificio continúe en pie ya que lo humillante del mismo no se encuentra solamente en su fachada sino sobre todo en sus propios cimientos.
No puedo ni pretendo opinar en nombre de los familiares de las víctimas del franquismo en Iruñea. Faltaría más. Lo que sí puedo es, a título particular, expresar mi apuesta por ver cumplido el deseo de mi abuela y de mi madre; al pasear por Carlos III y mirar al fondo no ver ese edificio deplorable y vergonzante, tal como le corresponde a una ciudad digna. El Monumento a los Caídos nunca hubo que haberlo construido. Nunca hubo que haberlo mantenido. Llevamos ya mucho tiempo padeciéndolo. Sabemos que su demolición no terminará con el fascismo. Su desaparición no supondrá la culminación de la reparación de las víctimas y sus familiares, pero necesitamos de una vez por todas ver y pisar sus escombros y poder mirar de forma definitiva e irreversible en nuestra Iruñea a un horizonte limpio y libre de fascismo.
Jose Manuel Ibero Albo
Umiliazioa eraitsi duintasuna eraikitzeko
Ia Iruñeko Arrotxapeako auzokidea zen Gregorio Albo Urcelay-ren biloba naiz. Nire aitona 1936ko abuztuan faxistek erail zuten. Bere gorpuzkiak Baternainen (Naf. G.) hilobi batean orain dela bi urte baino gutxiago aurkitu genituen. Orain dela hilabete batzuk Iruñeko alkatetzan izandako aldaketak UPNko gobernu taldeak orain arte baztertuta zituen proiektu batzuk errealitate bihurtzeko itxaropena piztu zuen. Errepresaliatu baten biloba naizen aldetik, “Erorien Monumentua” izeneko eraikinaren etorkizunaren inguruan piztu den eztabaidari buruzko nire iritzia emango dut. “Berresignifikatzea” ala eraistea, hauek dira gai honen inguruan mahai gainean jarri diren bi proposamen nagusiak.
1936an elkarren arteko eraso armaturik izan ez zen hiri batean hiltzaileak goratzeko eraikitako monumentua berresignifikatzea posible al da? Ez, inola ere ez, nire ustez. Eraildako baten familiakoa naizen aldetik, nekatuta nago 1936tik hona bizi izan diren eta bizi garen belaunaldiok jasan behar izan ditugun berresignifikazio guztiez. Berresignifikazioa ala eraistearen arteko eztabaida ez da berria. Francoren heriotza eta gero, frankismoaren eraistearen bidea baztertu eta frankismoaren berresignifikazioa aukeratu zen. Trantsizioa deitu zioten. Berresignifikazio hark frankismoaren itzalaren mugagabeko luzapen historikoa ekarri zuen. Prozesu hark berresignifikazio ugari suposatu zituen: instituzioak, politikariak, estatuburuak eta, oro har, egitura publiko guztiak, eta “estatu berri” bat sortu zen. Estatu berri horrek, itxuraldatuta ere, “movimiento”-aren printzipioei leiala izaten jarraitzen zuen. Esan gabe doa gaur egungo egoera asko aldatu dela orain dela bost hamarkadatako egoerarekin konparatuta. Baina frankismoaren berresignifikazioak eta ez eraisteak, 1936ko eraildakoen familientzat oraindik gaur egun nabariak diren ondorio batzuk ekarri zituen; erailketen zigorgabetasuna eta eraildakoen ahanztura. Nire amatxik eta nire amak, bizitza luzekoak izan arren, inoiz ezin izan zuten jakin bere senarra eta aita non fusilatu eta lurperatu zuten. Bitartean, bi emakume hauek Iruñeko Carlos III etorbidetik ibili ziren aldiro, nire aitonaren hiltzaileak goratzeko eraikia zen monumentuaren iraina pairatu behar izan zuten. Faxismoa goratzeko, hiltzaileak ohoratzeko eta nire amatxi eta nire amaren duintasuna zapaltzeko eraikia zen monumentu honek 80 urte baino gehiago daramatza bere itzal gaiztoa Iruñeko hiriaren bihotzean proiektatzen. 80 urte horietatik erdiak baino gehiago Francoren heriotza eta gerokoak izan dira. Eraikuntza faraoniko honen bitartez, 1936an babes gabeko Iruñea hartan sarraskia egin izanaren ohoreak Francoren heriotzaren eta haren boterearen berresignifikaziotik haratago dirauela erakutsi digute urte hauetan guztietan.
Frankismoaren biktimen memoriaren aldeko lana ez da berria Nafarroan. Memoriaren aldeko elkarteek eta instituzio publikoek egindako lanari esker, errepresioaren lekukoak izan ziren espazio batzuk berreskuratu ahal izan ditugu: fusilamendu tokiak, atxilotze eta tortura eremuak, presoen ihesaldien bideak… Toki hauek guztiek Nafarroako Memoriaren Tokiak osatzen dituzte, eta duintasun, erreparazio, aldarrikapen eta hezkuntza ondare handia eratu dute. Nire aitona erail zuten Baternaingo hilobia bisitatzen dudan aldiro, sortzen zaizkidan sentsazioak kontrajarriak badira ere, duintasunaren sentipena umiliazioaren sentipenaren gainean nagusitzen da; oroitzapenarena ahanzturaren gainean; errepublikaren balioena faxismoaren balioenaren gainean. Etorkizunean “Erorien Monumentu” berresignifikatuari begiratzen badiot, sentsazio berak izango al ditut? Nekez, nire ustez. Eraikuntza hau, bere sorreratik, faxistek egindako sarraskiarekiko harrotasuna eta damutze falta hiriari transmititzeko diseinatu zen. Monumentu hau eraiki zuten itzal handiko faxisten gorpuzkien hilobiei babesa emateko, nire amatxik bere senarraren gorpuzkiak non zeuden ez zekien bitartean. Eraikin hau faxismoa gaur egun zutik dagoela jakinarazteko sortu eta iraunarazi zuten.
“Erorien Monumentu”-aren sinbolismoa 1981. urtera arte Nafarroako armarri ofiziala besarkatu zuen San Fernandoren sarituaren sinbolismoarekin konparatzen dut. Bigarren hau Nafarroak 1936-1939 urteetan faxismoaren sarraskiak egindako ekarpena gogoratzeko eta eskertzeko ezarri zuten. Norbaitek pentsatu al zuen 1981ean laurel koro hura berresignifikatzeko mitxoleta batzuk eranstea? Kasu horretan, zer ikusiko genukeen koro loretsu hura begiratzerakoan? Nik neuk ikusiko nukeena: frankismoaren goratzea, hiltzaileen ohoratzea, biktimen umiliazioa…
Pertsonalki, eraikuntza hau, berresignifikatuta ere, inoiz ez nuke ulertuko gaur ulertzen dudan beste modu batez. Frankismoaren errepresaliatu baten senidea naizen ikuspuntu eta bizipenetik, nire ustez, bere berresignifikazioak ez luke nire amatxik eta nire amak jasan behar izan duten zapalkuntza arinduko. Eraikuntzaren umiliatzeko ahalmena ez datza bere fatxadan, bere zimenduetan baizik.
- Ezin dut eta ez da nire asmoa Iruñeko frankismoaren biktimen familiakoen iritzia ordezkatzea. Bai, horixe! Bai, ordea, nire amatxi eta nire amaren ametsaren aldeko apustua egitea; hiri duin bati dagokion bezala, Carlos III etorbidetik paseo bat ematerakoan eta ortzi-mugara begiratzerakoan, eraiki deitoragarri eta lotsagarri hori ez ikustearen aldeko apustua. “Erorien Monumentua” inoiz ez zen eraiki behar izan. Ez zen inoiz mantendu behar izan. Jadanik denbora gehiegi daramagu bere izaera iraingarria jasaten. Jakin badakigu bere suntsipenak ez duela faxismoarekin amaituko. Eraikuntzaren desagerpenak ez dio frankismoaren biktimen eta haien familiakoen erreparazio prozesuari buru emango, baina hiri honetan bere zaborra ikusi eta zapaldu behar dugu behingoz. Soilik modu horretan Iruñean, era atzeraezin batez, faxismoz libre eta garbia izango den ortzi-muga bati begiratu ahalko diogu.
Resignificación de ‘Los Caídos’
La pretensión de resignificar Los Caídos consiste en transformarlo en un producto que resulte aséptico, neutral, amable y nada conflictivo en términos de semántica política e histórica.
ATENEO BASILIO LACORT 1 DE ABRIL DE 2024
Definitivamente, la pretensión de resignificar Los Caídos consiste en transformarlo en un producto que resulte aséptico, neutral, amable y nada conflictivo en términos de semántica política e histórica.
Al pretenderlo se olvida que las palabras no son cosas, ni meros significantes. Sólo lo son en el diccionario. Pero las palabras tienen memoria. Cuando pasan los años y oímos algunas de ellas, acuden a ella un sinfín de asociaciones. Uno dice hernia y puede pensar lo que técnicamente significa, pero, si uno fue operado, será raro que se limite a pensar sólo en la palabra en términos médicos. Acudirán a su memoria un montón de asociaciones, unas agradables y otras no tanto.
Ocurre con Los Caídos. No es un sintagma cualquiera en el nomenclátor foral. Son dos palabras que ya no vienen solas. Las hemos ido alimentando con asociaciones de todo tipo. Ellas y el edificio que denotan se han convertido en el símbolo por excelencia de la victoria de unos y de la tragedia de otros, de la exaltación de los vencedores y de la humillación de los vencidos. En definitiva, símbolo maldito, bifronte, de los que separan a la sociedad. Lógico. Es el destino de los símbolos impuestos, antidemocráticos y fascistas. Lo aman los vencedores y lo odian los vencidos. Una sociedad sostenida así solo puede subsistir haciendo demagogia y malabarismos políticos.
Podrá pensarse que, después del tiempo transcurrido desde 1952, las palabras Los Caídos han perdido su poder connotativo. No ha sido así. Porque las connotaciones de las palabras no se imponen, ni se les puede poner límites. Están ligadas a la inteligencia emocional de cada persona. Por lo mismo, son intransferibles y nadie nos las puede arrebatar, para bien y para mal.
Vistas así las cosas, Los Caídos se pretenden resignificar, no por el lado emocional que suscitan sus palabras, sino buscándole un finalidad distinta a la que tenía. Con tal perspectiva, consideran que el resultado de esa acción despojará al monumento de sus connotaciones de exaltación fascista y golpista.
Se intenta anular su significado fascista anterior convirtiéndolo en otra cosa, aún no se sabe qué, que sea aséptica ideológicamente y, no sólo, que sea, también, una sala de estar donde acudan a hablar gentes de toda índole y condición, pero sobre todo gentes que, por culpa del edificio, no se podían ver ni las caras. Un ágora para la reconciliación. Un lugar de encuentro de una sociedad madura y reconciliada.
Lo más extraordinario de este intento, no es que se pretenda resignificar un imposible, sino hacerlo pensando que traerá a la sociedad lo que, al parecer, no ha traído ni el fuero ni su amejoramiento. Y ello sin concretar cómo será dicha resignificación, aunque, en esencia, sabemos que consistirá en la aplicación maravillosa de una asepsia ideológica al edificio.
Y, entonces, ¡qué maravilla!, Los Caídos dejarán de existir. Y el origen de la división social y política enquistada en la sociedad navarra desde 1936 desaparecerá. Y miles de navarros dejarán de sufrir de una vez por todas ese pasado ominoso, pues lograrán sustituir, sin necesidad de ir al psiquiatra, la memoria por el olvido, y dejarán de pensar en lo que hasta el momento el edificio evocaba. ¿Dejarán? Eso está por ver. En realidad, ni el ocaso de la memoria tendrá lugar, ni, tampoco, la pretendida reconciliación.
Porque se olvida que la resignificación que se defiende es una fuente misma de irreconciliación. Pues lleva un coste. ¿Cuál?
Obligar por la fuerza, a quienes sufrieron aquella barbarie, a olvidar el pasado sin recibir nada a cambio. Peor aún. Contemplar otra cosa resignificada y edificada sobre las cenizas de Los Caídos, que seguirá evocando a este por muchos afeites estéticos y arquitectónicos con que se vista la cosa.
Cualquier sucedáneo que sustituya a ‘Los Caídos’ seguirá evocando la exaltación golpista
Cualquier sucedáneo que sustituya a Los Caídos seguirá evocando la exaltación golpista. Para mayor vergüenza, quienes hasta la fecha se han pasado la vida celebrado ese enaltecimiento golpista saldrán de rositas de este empeño resignificador. En parte, porque esta resignificación sólo puede llevarse a cabo en la medida que no moleste a quienes hasta la fecha se han considerado los dueños feudales de tal edificio.
Es táctica y estrategia equivocadas presentar la resignificación como si fuera la panacea que llevará a los descendientes de verdugos y de víctimas del 36 a una reconciliación sin retorno. Para reconciliarse con los verdugos lo primero habría que saber quiénes fueron estos. ¿Con quién reconciliarse? ¿Con quienes siguen manteniendo que el edificio de Los Caídos siga en pie?
Ni tan siquiera derribando el monumento se conseguirá que la sociedad navarra consiga reconciliarse. Pero, al parecer, se sueña con que lo hará nuestra sociedad gracias a resignificar un edificio, símbolo del hecho más vergonzante que hubo en Navarra, mucho más que la pérdida del autogobierno foral.
Cuando el movimiento de las asociaciones de memoria histórica piden la demolición de Los Caídos no lo hacen para reconciliarse con quienes es más que imposible hacerlo. Una utopía irrealizable.
La consagración de la desmemoria
No se pide la demolición del monumento ni, por odio, ni por rencor, ni por venganza. Se pide derribar el monumento como rechazo frontal a las causas que hicieron posible el genocidio navarro de 1936: el fascismo, el golpismo, los militares golpistas, las Juntas de Guerra, los matones, las sacas, la represión… Y para manifestar el rechazo a quienes desprecian el Estado de Derecho, la soberanía popular, la democracia y el Estado laico.
Se puede vivir sin reconciliarse con quienes, mientras vivieron, no quisieron saber nada de pedir perdón, ni de hacer justicia, ni de reparar, ni ayudar a saber la verdad. No existe ninguna obligación que exija hacerlo.
Pero, al mismo tiempo que se puede vivir sin reconciliarse, lo que no se puede permitir, por dignidad y por justicia, es que sigan las autoridades manteniendo en pie un edificio golpista, porque lo único a lo que invitan tales asociaciones es a reivindicar una vida donde recordar y olvidar no dependan de lugares que siguen exaltando lo peor de la condición humana.
ATENEO BASILIO LACORT: José Ramón Urtasun, Carlos Martínez, Clemente Bernad, Laura Pérez, Jesús Arbizu, Orreaga Oskotz, Carolina Martínez, Pablo Ibáñez Víctor Moreno y Txema Aranaz.