Jimeno Jurío, un pionero en la investigación de la represión golpista

Trabajo de campo y archivo (finales de 1974-principios de 1981) (2 vols. Editorial Pamiela).

José Mª Jimeno Jurío realizó un estudio sistemático entre 1974 y 1981 de la represión acaecida en Navarra durante los años 1936-1939. Se trata, como es sabido, de una investigación pionera en todo el Estado, sin parangón ni por el volumen de la investigación ni, sobre todo, por lo temprano en que fue iniciada, en vida todavía del dictador.

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A partir de 1978 comenzó a dar sus frutos en algunos artículos y no estuvo exenta de graves problemas y riesgos evidentes, como la amenaza de muerte de la Triple A, que truncaron el propósito de Jimeno Jurío de haber publicado dos libros, uno general sobre la historia de la represión en Navarra –que hubiera sido el primero en todo el Estado–, y otro específico sobre Sartaguda, cuyos materiales vieron la luz en el tomo 16 de estas Obras completas. Sus fichas y folios mecanografiados sirvieron también para algo de enorme importancia, pues a partir de 1978 fueron puestos a disposición de los familiares de los asesinados para que estos pudieran encontrar a los suyos.

El resultado, tras el proceso de edición de estos dos tomos, son 3566 fichas ordenadas por localidades, comenzando por Ablitas y concluyendo en Ziordia.

Es importante señalar que José María Jimeno Jurío realizó esas fichas para su mero uso personal, pero fruto de un trabajo sistemático de campo a través de la metodología de la historia oral, que iba archivando para realizar sus estudios posteriores y como acopio de información para colaborar con las víctimas y sus familiares. Por la primera de las razones, muchas de estas fichas no siguen un criterio organizativo de localidades, sino que se estructuran por las diversas temáticas que iban a nutrir los capítulos de su libro dedicado a la represión del 36 en Navarra. Pero, a su vez, las fichas de carácter temático se estructuran internamente por localidades, lo que nos ha facilitado, a la hora de editarlas, distribuir esa información en los pueblos respectivos. Así pues, este libro lo hemos convertido en una especie de enciclopedia o diccionario de la represión organizada por pueblos.

Con el fin de ofrecer a los investigadores los textos a partir de un criterio unitario, hemos construido una ficha tipo, que obedece a los siguientes campos que, por lo general, eran los recogidos por Jimeno Jurío:

Nombre: Se consigna la identificación el tema. Cuando la ficha no contenía un tema determinado o no se indicaba la localidad, se restituyen estos datos entre corchetes.

Localidad: Se indica la localidad y la merindad.

Descripción: Texto descriptivo que contiene la ficha.

Fuente: Se indica la fuente archivística o el informante. Cuando la ficha no señala la fuente se registra entre corchetes: [No consta].

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Las fichas de cada localidad se han ordenado consignando, en primer lugar, las que tenían una temática general o específica, seguidas, en un segundo bloque, por las fichas de las personas represaliadas, ordenadas alfabéticamente. Finalmente, cuando existen, se incluyen las fichas relativas a las exhumaciones y homenajes de finales de los años setenta.

Estos materiales primarios contienen errores, dudas del propio historiador, contradicciones en una misma ficha o sobre un mismo asesinado fruto de informaciones divergentes de dos o más informantes, etc. Algunos de esos datos erróneos han sido clarificados por la historiografía posterior, bien conocida por los especialistas. Pero, a pesar de contar hoy con una cada vez más abundante historiografía, no hemos querido modificar los errores del texto, para que sirvan, también, como estado del conocimiento en los años del tardofranquismo y la transición.

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José María Jimeno Jurío realizó su trabajo sin ningún precedente bibliográfico sobre la represión en Navarra, y con enormes limitaciones en el acceso a los archivos. Hoy, afortunadamente, el acceso a los archivos –al menos a los que no fueron destruidos– es, cada vez, más sencillo, tanto por la finalización de las restricciones de acceso como por la catalogación de esos fondos, aunque existan todavía algunos que parecen ajenos a la normativa existente sobre el acceso a la documentación. A pesar de ello, el valor de esta obra sigue siendo inmenso, no solo como el testimonio de una labor vanguardista, pionera y valiente, sino también por la utilidad que sigue ofreciendo a investigadores y familiares.

Sus páginas recogen testimonios de protagonistas vivos de aquellas masacres, gentes ya ancianas en el segundo lustro de los setenta que poco a poco fueron desapareciendo y cuyos relatos, de no haber sido recogidos por nuestro historiador, hoy serían desconocidos. No es, sin duda, la monografía –o monografías– que Jimeno Jurío soñó hacer en aquellos años, pero son los materiales que las iban a nutrir y que deseamos sirvan, en adelante, para seguir impulsando en otros autores nuevas investigaciones y de ayuda a los familiares para reconstruir el fatal destino de sus mayores.

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A estos dos tomos les seguirán otros tres, cuya edición se prepara ya en Pamiela, en la colección de las Obras completas (con la colaboración de Udalbide y Euskara Kultur Elkargoa), donde publicaremos los folios mecanografiados con entrevistas y materiales diversos sobre la represión en Navarra, cuya riqueza informativa supera todavía a la de estas fichas, tanto por los datos que contienen para la localización de fosas y detalles sobre los asesinatos, como por otros aspectos cruciales para la reconstrucción de aquellos dramáticos hechos.

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Con todo ello, no solo se hace justicia a la inmensa aportación historiográfica de José María Jimeno Jurío, sino que, como él siempre quiso, se vuelve a poner a disposición de los familiares de las víctimas y de cualquier persona interesada todos sus materiales. Familiares que siempre han mostrado una actitud cariñosa hacia el autor, la mayor recompensa por su labor, que Paloma Aguilar recoge en su prólogo: “esta labor es aún recordada, con inmenso cariño y agradecimiento, por todos los familiares de represaliados que le conocieron en vida y que tuvieron la oportunidad de colaborar con él. Pocas veces el recuerdo de alguien suscita emociones positivas, de forma tan unánime, como el de José María Jimeno Jurío”.