Conocido con el mote de, Chauzo, había nacido en Garés-Puente la Reina, el 14 de junio de 1900. Hijo de Angel y de Eusebia. Se casó en Larraga el 13 de mayo de 1925, con la larraguesa Benita Rodríguez Nieto, nacida en 1901, hija de Valentín y de Martina. Tuvieron 5 hijos: Pilar, José María, Florencio, Amelia y Bienvenido.
 
Jornalero afiliado a la UGT, fue elegido concejal en 1931, ocupando el puesto de teniente alcalde durante el mandato de Maximiano García. También ocupó el mismo cargo en 1936.
Escapado en los primeros momentos del golpe, se entregó en Oteiza, siendo encarcelado en Pamplona el 5 se agosto de 1936. Saldría de la prisión el 26 de octubre de 1936 para ser asesinado en Ibero. Tenía 36 años. Dejaba los mencionados cinco hijos, de edades comprendidas entre los 10 y los 3 años.

Fue inscrito en el Registro de defunción en la tardía fecha de 1946, siendo testigos José García Rodríguez y José Goñi Rodríguez.
Sobre la muerte de Rufino hay bastante información, gracias a las indagaciones llevadas a cabo por su hijo José María Macaya Rodríguez. Así, en 1978 aportaba el siguiente testimonio.

«Como yo sabía que mi padre estaba en Ibero le pregunté (habla sobre Honorino Arteta el que huyó de la matanza de Valcardera) cómo podía hablar con alguno de Ibero y me mandó a los Argüelles. El que sabe todo es el pescador, que vive en el pueblo. Luego me encontré con un chico muy majo, que tiene, el estanco de Capuchinos en San Pedro, (frente a la iglesia). Este es de Pamplona; su padre murió de las palizas que le dieron. Le hablé un día y dijo que conocía en Ibero a Esteban Argüelles, hermano del pescador. Tiene mucho interés. Y por mediación de él, en Ibero hablé con el viejico que estuvo enterrando.
Dijo que el cura que los confesó, que murió en Tudela, estuvo contando: ‘Ahí se ponía el cura, ahí los confesaba’. Se confesaron todos. Y dijo que uno de Ororbia pasaba con el carro y llamó: ‘Fulano’ Pasaba con un carro de harina, y dijo: ‘Yo tengo el capricho de matar a uno’. Paró el carro, y aún mato a uno. Estaba allí Santesteban y ese famoso que tenía una cantera, matón de Pamplona de primera fila, que tiene un hijo con taxis, murió hace un par de años, vivía
en el puente Miluce, Apesteguía. Estos dos estaban allí».

Testimonio de José Mª Macaya (20-10-78). Altaffaylla Fondoa. Larraga, ficha 44.

«Yo tengo entendido que mi tío carnal, hermano de mi padre Miguel Macaya, o era presidente o estaba metido en la Junta de Guerra. Cuando sacaron a mi padre, fue a pegarle con la azada, y se dejó decir: ‘a mi hermano matarlo el primero’. Carlista era el abuelo, murió el año 45, y había estado en la guerra de Cuba. Después, Franco les nombró a esos ‘Tenientes honorarios’. Hasta eso tragó mi abuelo; le habían matado el hijo y murió con la boina colorada. […] Jesús Mendiri, el cura, tuvo el cinismo de decirle a mi madre: ‘Estate tranquila Benita, que Rufino ha ido bien preparado’.
Le dijo que se había confesau. (…) Jesús sabe mucho. Yo nunca pensé que llegaría el día que se podría hablar».

Dice José que su madre, Benita Rodríguez, todavía tuvo que aguantar al cura Jesús Mendiri, quien trató cínicamente de consolarla. No terminaron aquí las desgracias familiares de Benita. Su hermano Daniel, guardia municipal en Donostia, fue capturado en Santander, pasando más de 7 años en campos de concentración. Mientras tanto, la viuda se veía obligada a malvender todas las tierras para mantener a sus 5 hijos. Benita murió en Iruña en abril de 1975 con 74 años.

Ya se ha dicho que Rufino fue teniente alcalde de Larraga. No es el único cargo municipal asesinado. En un reciente informe de la UPNA, aparecen 34 alcaldes y 117 concejales, pertenecientes a 51 municipios navarros. Su homenaje y reconocimiento por las instituciones no se realizó hasta 2014. ¡Casi 80 años de espera.

Mikelarena dedica varios capítulos de su obra a los represores más destacados del Requeté y la Falange. Sobre este asunto, José María Macaya nos cuenta un caso muy curioso donde su mujer y su cuñada, por pura casualidad, se encontraron en Donostia con alguien que tenía toda la pinta de formar parte de la plantilla de matones:

«Vino uno que, era de Villafranca, a veranear a San Sebastián. Tenía una niña pequeña y estaba de patrona. Mi cuñada estaba siempre con la niña. Un día subió él: ‘¿Está aquí la Maricarmen con la niña?’ Mi suegra hablando le invitó a un vino de Navarra, ‘nos traen de Larraga’. ‘Yo soy de Villafranca. De Larraga tengo un recuerdo. Conocía, bueno conocer, lo vi morir, a Rufino Macaya. Aquel hombre, cuánto lamentaba por los hijos. ‘Los hijos, los hijos’, decía. Mi suegra, como no se puede callar, le dice: ‘¿Rufino Macaya? Pues el hijo va con mi chica’ El otro, se dio un punto en la boca y no habló más. Ya no lo vieron más. Desapareció de allá. Tendría unos 40 años».