JOSEFINA LAMBERTO, AGUR ETA OHORE

Muere Josefina Lamberto, hermana de Maravillas, víctima y testimonio de la represión franquista

Josefina Lamberto falleció ayer, a los 93 años de edad, en la Casa de la Misericordia de Iruñea. Hermana de Maravillas Lamberto, la “florecica de Larraga” que los golpistas violaron y quemaron en 1936, la propia Josefina sufrió en carne y hueso la represión franquista, que no se cansó de denunciar.

Josefina Lamberto Yoldi tenía siete años cuando, un 15 de agosto de 1936, los golpistas entraron por la fuerza en su casa de Larraga para llevarse a su padre, agricultor y militante socialista. Su hermana Maravillas, que tenía 14, no quiso abandonarlo y se la llevaron también. Su padre fue fusilado y todavía no han encontrado su cadáver. Su hermana fue violada y quemada. «Ya no queda nada de ella», lamentaba Josefina, que falleció ayer en la Casa de la Misericordia de Iruñea, en una emotiva entrevista publicada en 2018 en NAIZ.

La familia tuvo que dejar después Larraga y trasladarse a Iruñea, donde su madre se vio obligada a pedir limosna y donde Josefina Lamberto y sus hermanas sobrevivieron gracias al auxilio social.

«Nos quitaron todo», recordaba Lamberto, que a los 21 años se metió a monja con la intención de «hacer el bien». Apenas pudo. «Yo ya llevaba la escritura de la familia», señalaba, antes de relatar los maltratos sufridos. Intentó dejar el convento, pero la enviaron a Pakistán, donde estuvo durante 14 años: «Fui una esclava, no salía para nada, caí malica con la malaria».

Regresó por el fallecimiento de su madre, de quien no pudo despedirse porque las monjas no le dieron a tiempo el pertinente permiso. Para cuando llegó a iruñea, «madre llevaba tres días bajo tierra».

 

Josefina Lamberto junto al entonces alcalde, Joseba Asiron, en la inauguración de la plaza dedicada a Maravilas, en 2018. (Jagoba MANTEROLA/FOKU)
Josefina Lamberto junto al entonces alcalde, Joseba Asiron, en la inauguración de la plaza dedicada a Maravilas, en 2018. (Jagoba MANTEROLA/FOKU)

 

Ya en Iruñea, y muerto Franco, Lamberto quiso buscar a su padre y a su hermana, pero las monjas se lo prohibieron. «Algo harían», le dijeron sobre sus familiares desaparecidos. Lamberto salió igualmente, y al regresar, se encontró las puertas del convento cerradas. Tuvo que dormir en la calle.

Fue una de las fundadoras de la Asociación de Familiares de Fusilados de Nafarroa y se dedicó en cuerpo y alma a mantener viva la memoria de las víctimas del franquismo, activismo que compaginaba con una intensa labor social, por ejemplo como voluntaria en el comedor social de París 365.

 

Josefina Lamberto, en el homenaje realizado a su hermana Maravillas en el Gaztetxe de Iruñea, que llevó su nombre. (Idoia ZABALETA/FOKU)
Josefina Lamberto, en el homenaje realizado a su hermana Maravillas en el Gaztetxe de Iruñea, que llevó su nombre. (Idoia ZABALETA/FOKU)

 

Josefina Lamberto vivió agradecida los diversos homenajes, tanto institucionales como populares, que en los últimos años recibió su hermana Maravillas. Son ejemplo de estos reconocimientos la inauguración de una plaza durante el mandato de Joseba Asiron, así como el nombre del Gaztetxe que durante unos años permaneció abierto en la plaza Nabarreria.

El nombre de Maravillas Lamberto, cuyo eco difícilmente hubiera llegado a nuestros días sin la labor incansable de su hermana Josefina, forma ya parte de la cultura popular vasca, a la que se han dedicado también varias canciones, siendo las más conocidas la de Fermin Balentzia y la de Berri Txarrak.

NAIZ 2022-06-8