FOSA DE IBERO (Alto de las tres cruces)
46 asesinados
Pedro Iturria Elizalde
Victoriano Iturria Elizalde
Manuel Andía Zufía
Isidro Gabari Fabrique
Jesús García García
Marín García García
Victorino Hernández
Félix Leuza Leorburu
Rufino Macaya Andía
Félix Morales Acebedo
Jesús Nieto Suescun
Amado Ochoa Hierro
Félix Ochoa Hierro
Francisco Rodríguez
Babil Rodríguez Suescun
Domingo Vidarte Fernández
Lorenzo Vidarte Urriza
Pedro Zufía Zufía
Tobías Zufía Zufía
Gregorio Angulo Martinena
Juan Ilundain Viscarret
Férmin Castillo Sánchez
Miguel Marín Goñi
Tiburcio Osácar Echalecu
Juan Osinaga Ibáñez
José Roa García
Silverio Astiz Lacunza
Silverio Astiz Ezcurdia
Es, sin duda, la fosa por excelencia de nuestra Cendea, motivo por el que se ha levantado en ella el Parque de la Memoria.
No se puede precisar el número exacto de personas enterradas aquí, pero se estima que pudieron ser más de 40. El grupo más numeroso fue el de Larraga, con 20 asesinados en dos tandas de10 cada una. Así lo vivió Restituto Angulo: “Me libre de chiripa de la masacre del tercio Sanjurgo en Zaragoza, Acabando como peón en casa Etxenike en Ibero.
Tras los primeros fusilamientos obligaron a abrir fosas por lista a todas las casas de Ibero.
Me daba una cosa. Al final tuve que estar cavando dos fosas para 20 que trajeron. Creo que 19 de Larraga y uno de Peralta.
Me toco verlo todo
Serian las 3 o 4 de la mañana cuando los trajeron en un camion atados. En un montico donde las 3 cruces. Del camión los bajaban de 1 en 1 y los metían en un coche para confesar. Uno al menos se negó a entrar diciéndoles, vosotros os tendríais que confesar. Después los cogían los llevaban junto a la fosa y les ponían una pistola en la cabeza y les pegaban un tiro, cayendo a la fosa uno tras otro.” En 1978 fueron exhumados y llevados sus restos a un panteón de la villa raguesa.
La exhumación llevada a cabo por Aranzadi en diciembre de 2015 localizó restos de más de 8 personas. Tras los correspondientes análisis de ADN, han podido ser identificados varios de los asesinados.
Testimonio de Jesús Oroquieta. «El cura me llamó para ayudarle, pero no era fuerte, era un bonachón, no era de estos, tiesos así, le afectaba mucho […] Para buscar ahora a aquel que está en la chopera, cualquiera se mete allí… están en la parte de abajo, en la parte estrecha, donde el comunal es muy estrecho, a 200 o 300 metros de estos otros […] Nosotros nos poníamos encima de la era de Cenoz, entonces venían algunos unos llorando, y el cura también llorando, y entonces el cura me llamó a mí, se ve que no tendría alguno mayor. Desde la carretera los traían hasta la iglesia a pie, los confesaban, y después los llevaban para allá (hacia la fosa).»